Un franciscano y un miembro del Opus

"Mi amigo Amigo", llamaba el cardenal Tarancón a quien entonces era el arzobispo más joven de toda la Iglesia católica, el fraile franciscano Carlos Amigo Vallejo (Medina de Rioseco, 1934). Prelado de Sevilla desde hace 21 años, tenía sólo 37 cuando Pablo VI le hizo arzobispo de la archidiócesis africana de Tánger. Desde allí lo traía Tarancón para que dirigiera ejercicios espirituales a la Conferencia Episcopal Española en pleno, que presidía entonces el ya mítico cardenal. El 22 de mayo de 1982, Amigo llegó a Sevilla para sustituir al cardenal José María Bueno Monreal, que acababa de jubilar...

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"Mi amigo Amigo", llamaba el cardenal Tarancón a quien entonces era el arzobispo más joven de toda la Iglesia católica, el fraile franciscano Carlos Amigo Vallejo (Medina de Rioseco, 1934). Prelado de Sevilla desde hace 21 años, tenía sólo 37 cuando Pablo VI le hizo arzobispo de la archidiócesis africana de Tánger. Desde allí lo traía Tarancón para que dirigiera ejercicios espirituales a la Conferencia Episcopal Española en pleno, que presidía entonces el ya mítico cardenal. El 22 de mayo de 1982, Amigo llegó a Sevilla para sustituir al cardenal José María Bueno Monreal, que acababa de jubilarse. Sus inmediatos predecesores, Pedro Segura y Eustaquio Illundaín, también habían sido cardenales, de forma que el Papa ha vuelto a poner a la diócesis hispalense en su categoría tradicional, una reclamación no disimulada en todos estos años. Por ello repicaron ayer de gozo las campanas de la Giralda.

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Carlos Amigo dejó pronto los estudios de Medicina en Valladolid -su padre era médico, y el doctor Vallejo Nájera, tío suyo-, para ingresar en la Orden de los Hermanos Menores (franciscanos). En 1960, ya sacerdote, marchó a Roma para estudiar en el Pontificio Ateneo Antoniano. Es miembro del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal y presidente de la Comisión de Misiones.

En 2002, el Gobierno del socialista Manuel Chaves nombró al arzobispo Amigo hijo predilecto de Andalucía. No fue una sorpresa: se subrayaba con ello el talante abierto, dialogante y postconciliar del prelado sevillano, uno de los pocos taranconianos que quedan activos entre la muy conservadora jerarquía del catolicismo español.

También Julián Herranz Casado (Baena, Córdoba, 1930), el otro español que el Papa hará cardenal el 21 de octubre, era hijo de médico y estudió la carrera de Medicina. Lo hizo en la Universidad de Navarra, donde en 1958 se doctoró en Cirugía y de la que fue profesor de Derecho Canónico por las mismas fechas. Antes, en 1949, todavía estudiante, había ingresado en el Opus Dei, se había ordenado sacerdote -en 1955-, e iniciaba con esa condición una brillante carrera eclesiástica, culminada con su entrada, en 1994, en la Curia (gobierno) del Vaticano como presidente del Colegio Pontificio para la Interpretación de los Textos Legislativos de la Iglesia. Desde ese puesto formó parte de la comisión mixta Santa Sede-Conferencia Episcopal de EE UU, creada en 2002 para revisar las normas con que enfrentarse a los numerosos casos de abusos sexuales que pesaban sobre varias diócesis de ese país.

Julián Herranz es un prelado excelso y típico de la curia romana -trabaja para el gobierno de la Santa Sede desde 1960-, pero su nombramiento como cardenal se subraya por un motivo bien distinto: es el segundo miembro del Opus Dei al que el Papa hace príncipe de la Iglesia. El primero fue el arzobispo de Lima (Perú), Juan Luis Cipriani, polémico por su defensa y colaboración con el ex presidente Alberto Fujimori, fugitivo ahora de la Justicia de ese país. Cipriani fue elevado al cardenalato en el consistorio papal de 2002.

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