Un tetrapléjico francés escribe un libro-testamento para reclamar la eutanasia

Un joven tetrapléjico de 21 años firma un libro, de inminente aparición en Francia, en el que reclama su derecho a morir. Vincent Humbert explica que él no leerá nunca ese libro porque se siente muerto desde el 24 de septiembre de 2000, el día en que sufrió un accidente de carretera que le ha llevado a perder la vista, el olfato, el gusto y la facultad de hablar, y a permanecer continuamente en una cama de hospital. Razones todas ellas por las que no desea más "esta vida".

El caso de Vincent Humbert saltó a la luz pública en noviembre de 2002, cuando el presidente de la República, Jacqu...

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Un joven tetrapléjico de 21 años firma un libro, de inminente aparición en Francia, en el que reclama su derecho a morir. Vincent Humbert explica que él no leerá nunca ese libro porque se siente muerto desde el 24 de septiembre de 2000, el día en que sufrió un accidente de carretera que le ha llevado a perder la vista, el olfato, el gusto y la facultad de hablar, y a permanecer continuamente en una cama de hospital. Razones todas ellas por las que no desea más "esta vida".

El caso de Vincent Humbert saltó a la luz pública en noviembre de 2002, cuando el presidente de la República, Jacques Chirac, recibió una carta atribuida a Vincent en que el muchacho pedía la autorización presidencial para morir. Chirac se interesó por el caso y recibió a su madre, pero la legislación francesa no ha cambiado un ápice. La eutanasia activa está equiparada al homicidio, y la eutanasia pasiva tiene la misma consideración penal que el delito de denegación de ayuda a persona en peligro.

La madre, Marie Humbert, ha recorrido varios medios de comunicación en coincidencia con el periodo de promoción del libro. En todos ellos anuncia que ha decidido ayudar a su hijo a morir, para poner fin a sus sufrimientos. Sólo ella conoce la fecha exacta en que eso ocurrirá y los nombres de los médicos que están dispuestos a asistirle. La madre asegura ahora que el hijo morirá en Francia, rectificando así declaraciones anteriores en las que decía que la familia se iría a Bélgica o a Suiza, países donde la eutanasia o el suicidio asistido son legales.

No se sabe mucho del procedimiento utilizado para que Vincent Humbert pudiera dictar el libro: sólo lo que ha contado Frédéric Veille, un periodista que ha ayudado a elaborar el texto. Según sus explicaciones, el único sistema de comunicación posible consiste en clavar el pulgar en la palma de la mano del interlocutor mientras éste le dicta el alfabeto. Asegura que el autor ha perdido todas las facultades, menos la inteligencia, y que desea promover un debate sobre la eutanasia.

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