Miles de personas reviven en EE UU el 11-S dos años después

Rumsfeld apoya el uso de la fuerza

"Gordon M. Aamoth, Jr, Edelmiro Abad, Maria Rose Abad, Andrew Anthony Abate....". Más de doscientos niños, parientes de las víctimas de los atentados de hace dos años, leyeron en Nueva York, uno a uno, los nombres de los 2.792 muertos en el World Trade Center y en los dos aviones de American Airlines y United Airlines que aquella mañana de septiembre que se transformaron en devastadores misiles.

Ceremonias similares, repletas de emoción y de tristeza, recordaron en todo el país a los 3.016 muertos: los de Nueva York, los del Pentágono, en Washington, y los que iban en el vuelo 93 que se...

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"Gordon M. Aamoth, Jr, Edelmiro Abad, Maria Rose Abad, Andrew Anthony Abate....". Más de doscientos niños, parientes de las víctimas de los atentados de hace dos años, leyeron en Nueva York, uno a uno, los nombres de los 2.792 muertos en el World Trade Center y en los dos aviones de American Airlines y United Airlines que aquella mañana de septiembre que se transformaron en devastadores misiles.

Ceremonias similares, repletas de emoción y de tristeza, recordaron en todo el país a los 3.016 muertos: los de Nueva York, los del Pentágono, en Washington, y los que iban en el vuelo 93 que se estrelló en Pennsylvania

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En Nueva York, bajo un cielo azul y despejado, semejante al de hace dos años, miles de personas asistieron en la Zona Cero al recuerdo de las víctimas. Sombrías campanadas interrumpieron la lectura en cuatro ocasiones para marcar los dos impactos y los momentos en que las torres se desplomaron en una nube de escombros y polvo. Mientras, bajo una inmensa bandera americana, las familias de las víctimas iban bajando por la rampa de la Zona Cero hasta alcanzar las huellas de las torres, un solar que poco a poco se llenó de ramos de flores. Algunos se agacharon y recogieron la arena de las obras en pequeñas botellas.

La ceremonia, mucho más discreta que el año pasado, duró algo más de dos horas. No hubo discursos políticos. "Hemos venido aquí para honrar a los que hemos perdido y recordar este día con tristeza", dijo el alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg. Su predecesor, Rudolph Giuliani, citó el ejemplo de Winston Churchill, "que nos enseñó que nuestras ideas y nuestros ideales de libertad y democracia siempre triunfarán". Por razones de seguridad, el vicepresidente, Dick Cheney, no asistió a los actos y se limitó a visitar la Zona Cero por la tarde.

En Washington, el presidente Bush, que el día anterior había pedido al Congreso más poderes "para investigar, detener y juzgar a los terroristas", guardó un minuto de silencio en los jardines de la Casa Blanca después de haber asistido a un servicio religioso: "Hoy, nuestra nación recuerda. Recordamos un día triste y terrible, el 11 de septiembre de 2001. Recordamos las vidas perdidas, los actos heroicos, la compasión y la decencia de los ciudadanos en aquel terrible día".

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El Pentágono también se paralizó en silencio para recordar a los 184 muertos por el impacto de uno de los aviones secuestrados, el que correspondía al vuelo 77 de American Airlines. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, dijo en el vecino cementerio militar de Arlington: "Sabemos que si no combatimos al terrorismo en Irak, en Afganistán y en otras partes del mundo, nos enfrentaremos con ellos aquí, y morirán muchos más hombres, mujeres y niños".

Todo estuvo cuidadosamente organizado en todas partes. En Nueva York, voluntarios con gorras amarillas ayudaban a los emocionados familiares que llegaban con lágrimas en los ojos, fotos de los desaparecidos y lazos amarillos en el ojal. "Esto es duro, pero he preferido estar aquí. Me siento más cerca de mi hijo", aseguró Ruth Lemagne, madre de David Lemagne, uno de los policías que murieron en las labores de rescate. "El año pasado no pude venir, por eso esta vez era importante para mí estar aquí", dijo Jennifer Perrota, cuyo padre, Edward Perrota, trabajaba en Cantor Fitzgerald, la firma financiera que perdió a 658 empleados.

Maurren Bosco llegó con pena, pero también con espíritu reivindicativo sobre los planes para la Zona Cero: "Los familiares estamos muy unidos en la denuncia de lo que se va a construir. Queremos que se respeten las huellas de las torres, es un lugar sagrado. Esto es América, hemos venido para que nos escuchen". Su hijo Rich era empleado de City Bank, pero el 11-S una cita de trabajo le llevó a las oficinas de Cantor Fitzgerald, "No tenía que estar allí".

La vida sigue, y ayer se pudo comprobar en Nueva York, en el segundo aniversario del 11-S. No se cerraron al tráfico las calles cercanas. Muchos prefirieron seguir la ceremonia por televisión. Empresas, iglesias y universidades celebraron sus propias ceremonias. Por la noche, dos potentes halos de luz perforaron el cielo de Manhattan en memoria de las torres y de los muertos.

Un bombero de Nueva York abraza a sus familiares en la Zona Cero.AP

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