Reportaje:

Falso diagnóstico

Condenado un hospital público por ocultar durante 12 años a una paciente que no tenía cáncer

Pilar Castillo Parra recibió quimioterapia, fue prácticamente desahuciada y durante 12 años vivió con el miedo de que el cáncer volviera a cercenarla. Una pesadilla que, ahora, ante los tribunales, se ha revelado no sólo falsa, sino también evitable. El Servicio Andaluz de Salud tendrá que indemnizar con 42.000 euros a una paciente a la que los médicos del Hospital Virgen de las Nieves de Granada diagnosticaron erróneamente, en 1985, un cáncer de riñón. Los médicos llegaron a informar a la mujer de que apenas le quedaban tres meses de vida y de que la enfermedad le haría sufrir mucho durante ...

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Pilar Castillo Parra recibió quimioterapia, fue prácticamente desahuciada y durante 12 años vivió con el miedo de que el cáncer volviera a cercenarla. Una pesadilla que, ahora, ante los tribunales, se ha revelado no sólo falsa, sino también evitable. El Servicio Andaluz de Salud tendrá que indemnizar con 42.000 euros a una paciente a la que los médicos del Hospital Virgen de las Nieves de Granada diagnosticaron erróneamente, en 1985, un cáncer de riñón. Los médicos llegaron a informar a la mujer de que apenas le quedaban tres meses de vida y de que la enfermedad le haría sufrir mucho durante ese periodo. Meses después, alguien del hospital consultó el caso con un centro médico norteamericano descubrió que nunca había existido tal tumor cancerígeno. Uno de los servicios implicados en el caso (anatomía patológica) reconoció el cambio de diagnóstico pero nunca informó al resto de servicios (oncología y urología) ni, por supuesto, a la mujer, que vivió doce años con la amenaza de esa lesión tumoral maligna.

Pilar, la enferma, se enteró de la realidad 12 años después cuando un médico amigo le dijo que en el hospital había rumores de que, en realidad, nunca había sufrido tal cáncer. Castillo denunció el hecho ante los jueces y ahora el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía obliga al SAS a pagar esa indemnización.

La paciente ingresó un 12 de octubre de 1985 en el hospital con un fuerte dolor en la fosa renal izquierda. En ese momento, los médicos pensaron que se trataba de un tumor benigno que, en cualquier caso, había que extirpar para proceder a su análisis. Apenas un mes después, y en una biopsia en la misma sala de operaciones, los facultativos volvieron a inclinarse por la benignidad del tumor. Sin embargo, el análisis definitivo del Servicio de Anatomía Patológica determinó que el tumor era maligno. El hospital envió a Pilar al servicio de oncología.

Los médicos consideraron oportuno administrarle seis sesiones de quimioterapia, pero, ante la mala tolerancia de la paciente a la primera sesión y suponiendo la irreversibilidad de la enfermedad, interrumpieron la quimioterapia. La sorpresa llegó cuando pasaron los meses y Pilar seguía viva. Abelardo Ortiz, abogado de la paciente, explica: "Los doctores debieron pensar que era un caso extraordinario porque entonces, en 1985, estos casos de cáncer no tenían solución. Probablemente llevado por el optimismo, alguien del Servicio de Anatomía Patológica que no hemos podido identificar envió el caso, meses después, en busca de una segunda opinión al Armed Forces Institut of Pathology de EE UU".

El diagnóstico que volvió de allí fue exactamente el contrario del que habían dado en Granada; se trataba de un angiomiolipoma (un tumor benigno). Pero los servicios de oncología y urología del hospital permanecieron ajenos a esos cambios y nunca los conocieron. De hecho, en enfermedades posteriores, los tratamientos a Castillo siempre partieron de la premisa de que era una paciente oncológica.

Pilar cree que aquel diagnóstico fallido le "ha fastidiado la vida". "Tenía 37 años y he tenido que vivir desde entonces, hace ya 18 años, con la muerte encima de mi". Castillo cree que no le informaron de ese cambio tan trascendental en su historia clínica "porque no querían perder el prestigio, lo que me ha hecho pasar un calvario muy grande". Lo cierto es que, a pesar de que a finales de 1987, alguien del hospital sabía ya que la paciente no tenía cáncer no lo hizo público. Eso, además del sufrimiento que pasó Castillo, quien a pesar de estar aparentemente curada seguía yendo a revisión y pensando que todo podía volver, tuvo otras consecuencias. A Castillo se le han diagnosticado en estos años cinco tumores benignos, por los que ha sufrido otras tantas operaciones.

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