Cartas al director

El párroco se va

El párroco de Maruri, Jaime Larrinaga, abandona su pueblo de hace 30 años, se ve obligado a marchar y dejar a sus feligreses después de tres décadas. Monseñor Blázquez, obispo de Bilbao, le aconseja cambiar de parroquia. Este hombre de Dios que decidió en su momento denunciar en público, lo que otros no hacían, las injusticias de su pueblo, de los pueblos vecinos, de sus vecinos. Esto le costó ir acompañado de un escolta, todo por declarar en libertad, por declarar que la vida es libertad, por declarar que la vida sin libertad no es nada.

Don Jaime, el párroco de pueblo, declaró ser ten...

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El párroco de Maruri, Jaime Larrinaga, abandona su pueblo de hace 30 años, se ve obligado a marchar y dejar a sus feligreses después de tres décadas. Monseñor Blázquez, obispo de Bilbao, le aconseja cambiar de parroquia. Este hombre de Dios que decidió en su momento denunciar en público, lo que otros no hacían, las injusticias de su pueblo, de los pueblos vecinos, de sus vecinos. Esto le costó ir acompañado de un escolta, todo por declarar en libertad, por declarar que la vida es libertad, por declarar que la vida sin libertad no es nada.

Don Jaime, el párroco de pueblo, declaró ser tentado por el silencio, sabía que vivir callado era más cómodo, pero la valentía de hablar aun siendo más difícil resulta más gratificante para el ser humano. En su tiempo fue tachada de "rebelión cívica" la intervención del "párroco valiente", pero no fue más que un acto que pretendía hacer ver a los parroquianos lo que todos ven, pero sobre lo que nadie hablar. El alcalde, Joseba Alzaga, tachó al cura del pueblo de añorante del franquismo, todo por denunciar públicamente que las cosas no son así, que las gentes del País Vasco, los vascos, no pueden vivir en libertad, no pueden decir que son españoles, no pueden decir que aman la paz, no pueden decir lo que ellos no quieren que digan.

En Euskadi, las gentes buenas, los vascos orgullosos de haber nacido en esta tierra noble, no pueden hablar, no les dejan hablar, tiene que salir un abanderado de valentía para poder decir que hay personas que sufren; y sí las hay en dos bandos, pero no es igual, uno sufre sin poder hablar, uno sufre por miedo a la muerte. El otro, ¿por qué sufre? Porque alguien ha engañado a sus hijos, a sus hermanos, a sus primos, a sus vecinos, y les ha hecho tomar el camino de las pistolas, de las bombas, para que otros tengan miedo.El párroco se va, el porqué, solo a él le pertenece, pero los feligreses de Maruri, los feligreses de todos los pueblos deben hablar, no callar, actuar con valentía, sin miedo a decir ¡basta ya!, no queremos vivir con la violencia, no queremos que nadie sufra por miedo, que nadie pierda su libertad, queremos vivir en paz. -

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