OPINIÓN DEL LECTOR

Velar por San Jerónimo

Sirva esta carta para manifestar todo mi apoyo moral a la comunidad de religiosas de San Jerónimo de Granada en su defensa del entorno del monasterio, cada vez más amenazado por la fealdad amazacotada de los edificios circundantes. Esta vez, la amenaza procede, no de un particular, sino de la mismísima Universidad de Granada, que ha empezado a construir el nuevo Aulario de Derecho, cerrando el único espacio a través del cual podía contemplarse el conjunto monumental. He tenido la oportunidad de ver el proyecto del susodicho Aulario en el vestíbulo de la Facultad de Derecho y -¡que me perdonen ...

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Sirva esta carta para manifestar todo mi apoyo moral a la comunidad de religiosas de San Jerónimo de Granada en su defensa del entorno del monasterio, cada vez más amenazado por la fealdad amazacotada de los edificios circundantes. Esta vez, la amenaza procede, no de un particular, sino de la mismísima Universidad de Granada, que ha empezado a construir el nuevo Aulario de Derecho, cerrando el único espacio a través del cual podía contemplarse el conjunto monumental. He tenido la oportunidad de ver el proyecto del susodicho Aulario en el vestíbulo de la Facultad de Derecho y -¡que me perdonen quienes lo hayan diseñado y cuantas instituciones le han otorgado la correspondiente licencia!- pero es un verdadero adefesio; un edificio que estaría bien en el desierto de Arizona, pero no en un lugar como el entorno del Monasterio de San Jerónimo. ¿No son conscientes las instituciones académicas de que la Universidad es la primera institución que debe velar por la conservación del patrimonio histórico y cultural de la ciudad que le da nombre? Los granadinos pueden comprobarlo como yo misma: el Aulario no es un edificio que se adecue ni respete las características del lugar para el que ha sido proyectado.

Decía Norman Mailer que hoy día los edificios parecen paquetes de kleenex con ventanas; desgraciadamente esa afirmación puede extenderse a Granada, donde hoy sí y mañana también se destruye irremediablemente -¿irremediablemente?, ¡un hurra por las monjas de San Jerónimo!- lo poco que queda ya de la bellísima Granada de ayer para reemplazarlo por feos, vulgares e impersonales engendros ¿arquitectónicos? Parece mentira, pero el monasterio que no pudieron destruir por completo las tropas francesas del general Horacio Sebastiani, en su odio al recuerdo de Gonzalo Fernández de Córdoba -enterrado en su cripta-, va a ser destruido por nuestra granadísima Universidad (institución que ya se ha encargado de destruir la única vista de la ciudad antigua al levantar ese otro espanto del Edificio Politécnico).

Desde mañana me ofrezco a recoger firmas de cuantos granadinos deseen la conservación del patrimonio de la ciudad, empezando por San Jerónimo. Y, por cierto, ¿para cuándo la recuperación del vecino Hospital de San Juan de Dios?

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