Crítica:

Verdadera exposición de un artista que nunca existió

Con el patrocinio de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, que no ha descuidado la celebración del centenario de Max Aub, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía exhibe la muestra Jusep Torres Campalans. Ingenio de la vanguardia, dedicada a este pintor imaginario, que la pluma y el pincel del gran escritor valenciano convirtió en el más excelso pastiche de la mítica etapa heroica de la vanguardia histórica. Para lidiar con este, nunca mejor dicho, "artista de papel", el mismo Jusep Torres Campalans, Fernando Huici, comisario de la muestra, ha reunido un nutrido conjunt...

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Con el patrocinio de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, que no ha descuidado la celebración del centenario de Max Aub, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía exhibe la muestra Jusep Torres Campalans. Ingenio de la vanguardia, dedicada a este pintor imaginario, que la pluma y el pincel del gran escritor valenciano convirtió en el más excelso pastiche de la mítica etapa heroica de la vanguardia histórica. Para lidiar con este, nunca mejor dicho, "artista de papel", el mismo Jusep Torres Campalans, Fernando Huici, comisario de la muestra, ha reunido un nutrido conjunto de casi 75 piezas, entre libros, documentos, cuadros, dibujos y esculturas, que, sabia e irónicamente, ha emplazado en la sala de fondo, que encara la instalación del Guernica de Picasso, en el MNCARS. Digamos, de entrada, que todo en esta iniciativa -idea, selección de obra, instalación y catálogo- desprende el aroma de un completo acierto, lo cual no es algo fácil de lograr, dada la naturaleza del asunto, deletéreo y esquivo donde los haya.

JUSEP TORRES CAMPALANS

Centro de Arte Reina Sofía

Santa Isabel, 52. Madrid

Hasta el 23 de agosto

Para quien no posea datos al respecto, aclaremos que Jusep Torres Campalans es el título de una novela, que Max Aub publicó, en 1958, en México, en la que no sólo fingía literariamente la existencia de este artista español, nacido en 1886, y participante activo en la bohemia vanguardista de París, sino que aportaba toda suerte de documentos gráficos de su pintura y de sus estrechas relaciones con algunos de los más conspicuos representantes del arte del siglo XX, como Matisse, Picasso, Delaunay, Mondrian, Gris, etcétera. Ante semejante acopio de datos falsos sobre un personaje inexistente, pero aristotélicamente de lo más verosímil, los lectores ingenuos tragaron el anzuelo y los sagaces se divirtieron prolongando y adornando el perverso juego de Aub, llegándose así a crear un deslizamiento imaginario que confundió todos los aburridos términos de esta superchería que llamamos realidad.

¿Una ingeniosa broma para entretener ocios crepusculares? En cualquier caso, una broma de mucha enjundia desde muy diversos puntos de vista. En primer lugar, Jusep Torres Campalans entra de lleno en el género de las "novelas de artistas", que ocuparon la mente de los mejores escritores de nuestra época, como, entre otros, William Beckford, Hoffmann, Balzac, los hermanos Goncourt, Zola, Maupassant, etcétera, los cuales no sólo dieron vida imaginaria a las muy reales cuitas de tantos artistas de vanguardia, a la vez que airearon sus anhelos e ideas, tomadas casi siempre como extravagantes por sus contemporáneos, sino que demostraron que la imaginación era más real que la vida misma.

En segundo lugar, Aub salpimentó

el invento con dosis de la técnica perversa de la propia vanguardia del XX, mediante el pastiche, el fotomontaje y el collage, sin prescindir del embromamiento surrealista de borrar la frontera entre el ser y las apariencias, sacando del pretérito todo su fantástico potencial. En tercer lugar, hizo una oda melancólica de la específica vertebración española de la vanguardia, lo cual, más allá de cualquier simple reivindicación nacionalista, significó llamar la atención sobre la deslumbrante paradoja de que fueran los artistas de un país, trágicamente atrapado por el pasado, quienes se inventaran el futuro plástico del mundo contemporáneo.

El mérito de la presente exposición se basa en proporcionar todos los elementos relevantes de esta deslumbrante metáfora literaria, desde los obvios de las principales primeras ediciones del libro y el material plástico, documental y fotográfico, que el incansable Aub pergeñó para dar carta cabal de la existencia real de esta criatura forjada en su imaginativo magín, hasta una selecta representación de los muy reales, y, en algunos casos, magníficas obras artísticas de los principales "colegas" de Campalans, entre los que se encontraban Modigliani, Picasso, Gris, Delaunay, Mondrian, Chagall. Más: Fernando Huici ha "encuadrado" museísticamente esta formidable superchería y en una iniciativa de este tipo, ha concebido un estupendo catálogo, donde, junto a múltiples documentos al respecto, hay varios ensayos notables, y, en especial, uno estupendo de Eduardo Arroyo, al que le encantan estos enredos, y que además ha aportado un hermoso retrato del propio Max Aub, que también está colgado en la exposición.

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