Crítica:EL LIBRO DE LA SEMANA

La vida salvada

El segundo tomo de las obras completas de Elias Canetti reúne sus tres libros autobiográficos. Muestran los problemas que obsesionaron su escritura, las claves de su educación y retratos de personajes de su época.

El error más grande que podía cometerse en el trato con Elias Canetti (1905-1994) era recordarle su propia mortalidad: pocos autores habrá habido que, como él, hayan proclamado con tanto énfasis su odio a la muerte. Su primer recuerdo tiene que ver, en cierto modo, con una amenaza de muerte: la niñera lo sostiene en brazos; de repente, un hombre se le acerca y le ordena que saque la lengua; el niño obedece; entonces, el hombre extrae del bolsillo una navaja y lo amenaza con cortarle la lengua "si no guarda silencio". Pero cuando el niño tiembla de miedo, guarda la navaja y le dice: "Hoy todaví...

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El error más grande que podía cometerse en el trato con Elias Canetti (1905-1994) era recordarle su propia mortalidad: pocos autores habrá habido que, como él, hayan proclamado con tanto énfasis su odio a la muerte. Su primer recuerdo tiene que ver, en cierto modo, con una amenaza de muerte: la niñera lo sostiene en brazos; de repente, un hombre se le acerca y le ordena que saque la lengua; el niño obedece; entonces, el hombre extrae del bolsillo una navaja y lo amenaza con cortarle la lengua "si no guarda silencio". Pero cuando el niño tiembla de miedo, guarda la navaja y le dice: "Hoy todavía no, mañana". Algunos años después, Canetti descubrirá que aquel torturador infantil era el amante oculto de la niñera y que la orden de callar se refería al amorío secreto. La anécdota servirá a Canetti para justificar de forma simbólica su pasión por la escritura -ese expresarse constantemente-, además de constituir el motivo que abre su singular autobiografía. Esa lengua amenazada es el trasunto de la vida acosada por la muerte que, segura de su presa, demora a su antojo la ejecución de la sentencia.

HISTORIA DE UNA VIDA. OBRAS COMPLETAS II. La lengua salvada. La antorcha al oído. El juego de ojos

Elias Canetti

Edición de Juan José del Solar

Prólogo de Martin Bollacher

Traducciones de Genoveva Dieterich, Juan José del Solar

y Andrés Sánchez Pascual

Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores

Barcelona, 2003

1.171 páginas. 51 euros

En su adolescencia en Zúrich surgirán los problemas que lo obsesionarán y que constituirán el corazón de su escritura

Canetti contaba con 65 años cuando comenzó a escribir sus recuerdos autobiográficos; Masa y poder, el portentoso estudio fenomenológico al que se había consagrado desde su juventud, había visto la luz hacía una década; su única novela, Auto de fe, celebrada por un público minoritario en su primera edición (1935), parecía experimentar un sorprendente reconocimiento, mientras que sus tres dramas -difíciles piezas grotescas de teatro del absurdo- volvían a representarse con éxito. Terminaba de publicar la primera entrega de sus magníficos apuntes aforísticos (Anotaciones, 1949-1960), el libro de viaje Las voces de Marrakesch y el impresionante ensayo El otro proceso de Kafka, uno de los mejores textos que existen sobre el enigmático escritor praguense. La obra de Canetti era breve, aunque personalísima y sólida.

Según sus propias manifestaciones, la grave enfermedad de su hermano Georges, a quien Canetti adoraba, lo incitó a redactar una autobiografía: con la recuperación del pasado, impidiendo que se perdiera para siempre en el olvido, abrigaba la esperanza de conjurar también la amenaza que se cernía sobre el hermano. Georges falleció sin haber podido leer siquiera unas líneas del nuevo proyecto, pero Canetti se tomó la tarea como la obra de su vejez, esa edad en la que se sentía más ávido de vida que nunca y ansioso de inmortalizar todo aquello que había querido y que era parte de sí mismo. Además de Georges, en la vida de Canetti había otros muertos importantes a los que rendir culto: el padre, fallecido en la flor de la edad, y la madre, una mujer singular cuyo fantasma se cierne sobre toda la obra. Ésta, Mathilde Arditti-Canetti, es, en cierto modo, la protagonista de las memorias. Hija de un acaudalado comerciante sefardí, viuda a los 27 años, fue la que abrió al hijo todas las puertas del espíritu, animándole en su gusto por los libros y el conocimiento. De carácter orgulloso y hasta tiránico -fruto de su herencia española-, educó a su primogénito a su imagen y semejanza: "Yo era ella" -escribe Canetti- "conocíamos los pensamientos del otro porque eran los propios". Tan similares y poderosos eran los caracteres de ambos que, andando el tiempo, la ruptura entre los dos será inevitable: Veza Taubner-Calderón, el gran amor de Canetti, en competencia con la madre, será el detonante. La autobiografía de Canetti concluirá simbólicamente el 15 de junio de 1937, fecha en que fallece Mathilde: "Ella es la vida" -afirma el autor- y ésta es la que, en definitiva, pretendió "salvar" Canetti.

El primer volumen de esta trilo-

gía memorialista, una de las mejores autobiografías del siglo XX, La lengua salvada (traducida antes en castellano con menor propiedad como La lengua absuelta), se publicó en 1977 y constituyó el primer éxito de público para Canetti. El autor rememora su infancia en Rutschuk (Bulgaria), los abuelos sefardíes y la multitud de parientes y demás personajes variopintos que poblaron sus primeros recuerdos. La muerte del padre, acaecida nada más emigrar a Manchester, marca un hito en la vida de Canetti: el niño aprenderá el odio a ese desaparecer definitivo. A partir de entonces, su educación esencial quedará a cargo de la madre: aparte del idioma inglés, transmitido por su progenitor, ella le enseñará alemán, que será el idioma de todas sus obras. Canetti asistirá a la escuela en Zúrich y en esta ciudad idílica transcurrirá su adolescencia. Entonces surgirán los problemas que lo obsesionarán más adelante y que constituirán el corazón de su escritura: además del odio a la muerte, también la obsesión por analizar la dicotomía entre masa e individuo aislado, el poder y la impotencia o la capacidad del hombre para metamorfosearse.

La antorcha al oído (1980) transcurre en Viena, donde Canetti se sentirá seducido por dos personas que habrán de ser claves para su educación intelectual y sentimental: Karl Kraus, el despiadado autor satírico, editor de Die Fackel, y Veza, la de exótica belleza "un cuervo convertido en española por arte de magia". Del primero se considerará discípulo en la denuncia de los horrores del mundo; con la segunda se casará y emigrará a Inglaterra poco antes de que Europa se torne en una trampa mortal para los judíos.

El juego de ojos (1985) contiene una galería de impagables retratos de los personajes más conocidos de la Viena de los años treinta. Canetti, transformado en crítico sagaz e implacable, describe a los artistas de la época con breves trazos que los ensalzan o ridiculizan para siempre: la seductora Anna Mahler, el glacial director de orquesta Hermann Scherchen, el escultor Fritz Wotruba, Franz Werfel, Hermann Broch, Isaak Babel e incluso James Joyce, todos ellos, junto a ese misterioso doctor Sonne al que Canetti consideró su maestro en el arte de observar y meditar, reviven en estas páginas verdaderamente magníficas, editadas ahora en esta preciosa edición con tanto esmero como buen gusto.

El tiempo recobrado

AUNQUE SABEMOS que Herzen y Tolstói influyeron de manera decisiva en Canetti a la hora de redactar su autobiografía, el resultado final posee cierta afinidad de conjunto con otra portentosa obra literaria del pasado siglo: En busca del tiempo perdido, de Proust. A semejanza del gran autor francés, también Canetti se erige en narrador omnipotente que, armado de su memoria, lucha contra la implacable sentencia que el devenir dicta sobre los seres y los acontecimientos. Proust tomó como modelo de su autobiografía novelada su libro favorito, Las mil y una noches, pues era muy extenso y contenía multitud de historias engarzadas; también los tres tomos memorísticos de Canetti participan de esa profusión semioriental de episodios, miniaturas descriptivas y cuentos, así como de esas reflexiones de estilo inconfundible, casi aforísticas, que constituyen las notas más características de su universo teórico. Aquél mismo se refirió a su trilogía como a algo proustiano, aunque reconociendo que le faltaban tanto París como el esplendor con que Proust describe su mundo.

Canetti soslaya la narración o el análisis de los acontecimientos históricos externos en beneficio de la descripción de personajes y ambientes; lo que más le preocupa es reconstruir la estructura interior de su yo sobre la base del recuerdo. Pero lo recordado es a veces engañoso, y es aquí donde radica lo importante: acaso sea el engaño del recuerdo lo que merece la pena ser recuperado y el lugar donde vida y ficción se transforman en arte. Historia de una vida es, ante todo, un relato puramente literario, elaborado con la meticulosidad propia de un artista, estudiado para que ningún detalle quede al azar. Cada uno de los episodios rememorados por el autor encaja en un plan determinado por un sentido: recobrar la parte del pasado que se desea sustraer a la muerte mientras se desobedece la orden de guardar silencio por toda la eternidad. L. F. M. C.

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