El ex alcalde de Toulouse defiende su honor a través de la televisión

Dominique Baudis, antiguo alcalde de Toulouse y actual presidente del Consejo Superior del Audiovisual francés, apareció en la pequeña pantalla el domingo por la noche para "estrangular la calumnia". Ante una audiencia que no sabía de qué le hablaban, Baudis dijo ser víctima de "una maquinación diabólica" dirigida por "poderosos intereses criminales", a los que él había desafiado al "luchar contra la inflación de programas pornográficos en la televisión". "No conozco, ni poco ni mucho, a Patrice Alègre; nunca he sido contactado por los mundillos del proxenetismo y la droga; jamás he participad...

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Dominique Baudis, antiguo alcalde de Toulouse y actual presidente del Consejo Superior del Audiovisual francés, apareció en la pequeña pantalla el domingo por la noche para "estrangular la calumnia". Ante una audiencia que no sabía de qué le hablaban, Baudis dijo ser víctima de "una maquinación diabólica" dirigida por "poderosos intereses criminales", a los que él había desafiado al "luchar contra la inflación de programas pornográficos en la televisión". "No conozco, ni poco ni mucho, a Patrice Alègre; nunca he sido contactado por los mundillos del proxenetismo y la droga; jamás he participado en reuniones sadomasoquistas, y ni supe de su existencia", concluyó.

Detrás de la desesperada defensa que Baudis hizo de su honestidad están las acusaciones no probadas de varias prostitutas, que aseguran que el entonces alcalde de Toulouse era uno de los participantes de fiestas sadomasoquistas en las que ellas fueron violadas y torturadas.

En el centro del embrollo aparece la figura de ya citado Alègre, en la actualidad condenado a perpetuidad y en la cárcel. Alègre fue considerado culpable de cinco asesinatos, una tentativa y seis violaciones, pero las declaraciones de las prostitutas han hecho evidente que Alègre pudo matar a, como mínimo, otras siete personas. Entre 1990 y 1997 el personaje controló la prostitución callejera de la ciudad y lo hizo con el visto bueno de como mínimo tres policías y un fiscal, a los que él corrompía. Cada vez que una de las mujeres le denunciaba por malos tratos, uno de los agentes se "chivaba" a Alègre, que procedía a "castigar" a la atrevida, ya fuese con una paliza, ya con la muerte.

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