EDUCACIÓN

Tecnocacharros en la universidad

La jornada de puertas abiertas de la Pompeu Fabra enseña los proyectos del máster en Artes Digitales

Nunca la tecnología ha metido tanto ruido. Desde el final de la escalera de mármol se podían escuchar los anárquicos sonidos que emitían los proyectos tecnológicos de los estudiantes. La Estación de la Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra es un lugar de encuentro entre personas, instituciones y empresas para potenciar la comunicación en un mundo tecnológico.

En la estación de Francia de Barcelona, de donde salió el primer tren del Estado español, los estudiantes y los investigadores mostraron su peculiar uso de las nuevas tecnologías durante la segunda edición de la jornada de pu...

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Nunca la tecnología ha metido tanto ruido. Desde el final de la escalera de mármol se podían escuchar los anárquicos sonidos que emitían los proyectos tecnológicos de los estudiantes. La Estación de la Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra es un lugar de encuentro entre personas, instituciones y empresas para potenciar la comunicación en un mundo tecnológico.

En la estación de Francia de Barcelona, de donde salió el primer tren del Estado español, los estudiantes y los investigadores mostraron su peculiar uso de las nuevas tecnologías durante la segunda edición de la jornada de puertas abiertas de la Estación.

Las instalaciones interactivas resultaron vistosas. La caja grillada no dejó de sonar, un aparato que reacciona según la luz y que permite colocar partituras. Hecha de madera y sensores, es obra de un grupo de alumnos para una de las asignaturas del máster en Artes Digitales.

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El máster de Artes Digitales (imagen y música) de la universidad, de 700 horas de duración, vale 7.120 euros. "Es una carrera de formación de autor. Se trata de la conceptualización de proyectos interactivos, intentando combinar la tecnología y el contenido", explica Joan Bennassar, de la UPF. El 50% de los alumnos proceden de Suramérica.

El máster, de dedicación exclusiva, cuenta con bolsa de trabajo. Algunos de sus alumnos, como Antoni Abad o Cristina Casanova, tienen obras expuestas en los museos más importantes del mundo.

Claudia Lomelí, ex alumna del curso, participó en la jornada con su Cuenta Muertos, una instalación contra la guerra de Irak. Un software crea el audio y un panel luminoso electrónico simula el contador de muertos. Poca luz y cientos de papeles alrededor de un cádaver cubierto con una sábana blanca sirven de puesta en escena. "La intención es mostrar el absurdo y la frivolidad de la vida diaria de un individuo cualquiera, mientras en otro sitio está muriendo la gente por las agresiones bélicas", dice la mexicana.

La cola era ante Los Chicos del Sofá, del Taller de Sistemas Interactivos de Ingeniería Informática. A quien se sienta allí, la butaca le masajea al ritmo de la canción elegida y, además, pueden activar el módulo de calor.

El masaje se anima cuando desde el ordenador se elije, con el programa de música Winam, algo con más movimiento. Por ejemplo, la canción de Queen, We will rock you.

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