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El escritor que nació del cine

Decía el escritor Terenci Moix, fallecido el 2 de abril, que el cine había conformado su educación sentimental. Y de todas las películas con las que, como tantos niños de la posguerra, buscó evadirse de un entorno gris y nada amable, hay una de especial trascendencia: Romeo y Julieta. La vio en el Goya, la sala vecina a su casa de la infancia en la que pasara tantas tardes, cuando Ramon era todavía su nombre. Y le impresionaron tanto sus diálogos que, una tras otra, asistió a numerosas sesiones libreta en mano para tratar de transcribirlos. Hasta que su madre, pragmática guardiana de la...

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Decía el escritor Terenci Moix, fallecido el 2 de abril, que el cine había conformado su educación sentimental. Y de todas las películas con las que, como tantos niños de la posguerra, buscó evadirse de un entorno gris y nada amable, hay una de especial trascendencia: Romeo y Julieta. La vio en el Goya, la sala vecina a su casa de la infancia en la que pasara tantas tardes, cuando Ramon era todavía su nombre. Y le impresionaron tanto sus diálogos que, una tras otra, asistió a numerosas sesiones libreta en mano para tratar de transcribirlos. Hasta que su madre, pragmática guardiana de la economía familiar, le sugirió que lo mejor que podía hacer era comprarse el libro de Shakespeare, y se ahorraba el importe de la entrada y el esfuerzo de escritura. "Yo creo que allí, en la confluencia del cine y la literatura, nació Terenci Moix. A través del cine descubrió el poder de la palabra, que es lo que hace a un escritor". La anécdota la recordaba ayer su hermana Ana María. La también escritora compartió sus recuerdos con el público en una mesa redonda de homenaje al autor organizado en la Filmoteca, como parte de un ciclo sobre las películas más queridas por él. Fue un ciclo gestado en vida de Moix, que escogió los filmes que conforman el programa, y organizado por la realizadora Rosa Vergès a través de la Escuela Superior de Cine-Audiovisuales de Cataluña (Escac). Un homenaje que, como recordó y agradeció Ana María Moix, "es el único que se le ha preparado a Terenci en vida" y que a él le hacía mucha ilusión recibir.

Ana María Moix, desde su "humilde recuerdode hermana pequeña" evocó la relación de Terenci con el cine, especialmente gratificante para éste "porque nunca le traicionó" a diferencia de lo que ocurrió con "la literatura, el amor y la amistad, que eran el centro de su vida y le dieron grandísimas satisfacciones pero también muchos disgustos". Con su evocación personal, ella puso la nota más emotiva a un acto en el que participaron también Rosa Vergès, el historiador del cine Romà Gubern -que se refirió a la "mirada no convencional, lúdica y desprejuiciada" de Terenci sobre el cine-, el poeta Pere Gimferrer, el director de la Escac, Josep Maixenchs, y el coordinador de la programación de la Filmoteca, Ramon Font. La proyección de la película mexicana Aventurera, de Alberto Gout, puso fin al homenaje.

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