RESTAURANTES | DÍAS DE OCIO

Doña Paca, cocina casera con sabor cordobés

Lleva más de una década bordando una cocina casera de influencia cordobesa, compuesta por platos sencillos que atraen a grupos de parroquianos adictos que en casi todos los turnos llenan su comedor. Y eso a pesar de que el local es angosto y muy ruidoso, y el cliente tiene que soportar los humos que escapan de la cocina, además del ajetreo de un servicio poco experto y acelerado. Poco importa.

Mari Fran, propietaria y cocinera de Doña Paca, encandila a sus clientes con especialidades muy sabrosas que se agrupan en cuatro capítulos bien delimitados: entrantes; arroces; platos de casquerí...

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Lleva más de una década bordando una cocina casera de influencia cordobesa, compuesta por platos sencillos que atraen a grupos de parroquianos adictos que en casi todos los turnos llenan su comedor. Y eso a pesar de que el local es angosto y muy ruidoso, y el cliente tiene que soportar los humos que escapan de la cocina, además del ajetreo de un servicio poco experto y acelerado. Poco importa.

Mari Fran, propietaria y cocinera de Doña Paca, encandila a sus clientes con especialidades muy sabrosas que se agrupan en cuatro capítulos bien delimitados: entrantes; arroces; platos de casquería, y guisos de carne y estofados.

¿Quién no disfruta con unas suaves croquetas de jamón, con los calamares fritos a la andaluza, el bacalao dorado revuelto con patatas paja, o con una espléndida tarrina de foie-gras? Para abrir boca, también sirven las gambas a la milanesa y la morcilla de Burgos en hojaldre. Después están los arroces, que figuran entre los más nobles de Madrid.

Doña Paca

Príncipe de Vergara, 285.

Teléfono: 913 50 23 90.

Cierra domingos. Precio entre 25 y 35 euros.

Destacan el pelao sólo (con pescado limpio) y el de la huerta, en el que intervienen verduras de temporada. Pero si Doña Paca merece recomendarse es por sus guisos de carne. Francos y melosos los callos, y muy gelatinosa la carrillada de ternera. Dos estofados tan suaves como el morcillo al vino de Moriles y el rabo al estilo cordobés.

Al final, un puñado de dulces convencionales como el tocino de cielo y la copa de tiramisú. Aunque la lista de vinos no es el fuerte de la casa, hay suficientes marcas para elegir. Sólo en las dos mesitas que se encuentran a la entrada, el ambiente resulta más sosegado.

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