Editorial:

Más religión

La tantas veces discutida alternativa a la asignatura de religión católica será... más religión, según se desprende de la propuesta remitida por el Gobierno a las comunidades autónomas y a los editores de libros escolares como desarrollo de la polémica Ley Orgánica de Calidad de la Educación en esta materia. El empeño del Gobierno es obligar a todos los niños a estudiar seis veces más religión que, por ejemplo, ética. El hecho religioso tendrá más peso y muchas más horas de clase en la ESO que, por ejemplo, las ciencias naturales, la biología o la tecnología.

Merece la pena subrayar que...

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La tantas veces discutida alternativa a la asignatura de religión católica será... más religión, según se desprende de la propuesta remitida por el Gobierno a las comunidades autónomas y a los editores de libros escolares como desarrollo de la polémica Ley Orgánica de Calidad de la Educación en esta materia. El empeño del Gobierno es obligar a todos los niños a estudiar seis veces más religión que, por ejemplo, ética. El hecho religioso tendrá más peso y muchas más horas de clase en la ESO que, por ejemplo, las ciencias naturales, la biología o la tecnología.

Merece la pena subrayar que ésta es la segunda vez en dos años que el Gobierno del PP cambia las enseñanzas comunes de la ESO -lo hizo en 2000 con la reforma de humanidades-, con lo que ello implica de desorientación en el sistema y en gasto familiar en libros. La reforma es una prueba más de que el viaje al centro que ofreció Aznar va en una dirección que no se corresponde con lo prometido. Se trata de un retroceso educativo que no tenía precedentes desde la desaparición del franquismo.

La Ley General de Educación de 1970 (que creó la EGB y el BUP), ya concedió la opción de la asignatura de ética como alternativa a la de religión, y lo mismo hicieron en sus reformas educativas los sucesivos Gobiernos de la UCD. Al ceder totalmente a las pretensiones de la Iglesia católica, proponiendo como alternativa a la religión la enseñanza de una materia que se le asemeja, en lugar de ética o incluso de historia de las religiones, el Gobierno reintroduce en una sociedad plural y mayoritariamente laica un debate que UCD y el PSOE habían logrado superar. No es tampoco educativamente razonable. Los adolescentes españoles tienen el derecho a recibir del Estado la mejor educación científica y ética posible. Ceder terrenos tan exagerados a las cuestiones religiosas y dogmáticas, con disculpas historicistas que nadie se cree, no parece apuntar en la mejor dirección constitucional.

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