En las tierras comunales de la creatividad

La izquierda ha tenido tradicionalmente una relación incómoda con la cultura de masas. Una postura progre habitual consiste en despreciar los best sellers, la música popular y la televisión (a la que suele añadírsele el calificativo "basura"). El colectivo de "servicios narrativos" Wu Ming opina justamente lo contrario: la cultura de masas produce mitos colectivos y estas creaciones simbólicas no son mentiras nobles para los pobres de intelecto, sino "el material con el que se hacen los sueños". Los mitos pueden eternizar la sumisión o prender la llama de la revuelta. Depende de ...

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La izquierda ha tenido tradicionalmente una relación incómoda con la cultura de masas. Una postura progre habitual consiste en despreciar los best sellers, la música popular y la televisión (a la que suele añadírsele el calificativo "basura"). El colectivo de "servicios narrativos" Wu Ming opina justamente lo contrario: la cultura de masas produce mitos colectivos y estas creaciones simbólicas no son mentiras nobles para los pobres de intelecto, sino "el material con el que se hacen los sueños". Los mitos pueden eternizar la sumisión o prender la llama de la revuelta. Depende de quién los fabrique y cómo lo haga.

Hay mitos, como el del ladrón que roba a los ricos para repartir el botín entre los pobres, que se repiten en medio mundo. Son historias que se nos agarran al alma y nos empujan a seguir viviendo.

ESTA REVOLUCIÓN NO TIENE ROSTRO

Wu Ming

Traducciones de Hugo Romero, Albertina Rodríguez y Raúl Sánchez

Acuarela. Madrid, 2003

256 páginas. 10,50 euros

Con el nombre múltiple de Luther Blissett se puso en práctica un proyecto de guerrilla comunicativa y sabotaje cultural que quedó documentado en www.lutherblissett.net y en el libro Pánico en las redes, publicado en España por la editorial Literatura Gris.

Blissett se despidió con Q, una novela histórica que subvertía las convenciones del género y que lleva vendidos casi 25.000 ejemplares en España... y eso contando con que no hace falta comprarla, porque tanto Blissett como Wu Ming permiten la libre reproducción de sus obras mientras sea sin ánimo de lucro. El fondo subversivo se corresponde con la forma.

Esta revolución no tiene nombre reúne una serie de artículos publicados por Wu Ming desde su fundación en 1999 -el año de Seattle- hasta la última gran cita del movimiento de movimentos el pasado mes de noviembre, cuando un millón de personas se reunió en Florencia. El libro aborda los temas más variados, desde la tragedia palestina hasta las implicaciones de elegir una determinada indumentaria en los circuitos de la izquierda juvenil. Sea con un tono desenfadado o drámatico, Wu Ming crea relatos para el movimiento global, busca generar mitos que todos puedan utilizar y manipular sin que cristalicen nunca. Lo que escriben no es suyo, dicen, es de todos.

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