Oliver Stone retrata a Fidel Castro en 'Comandante'

Comandante, una película dirigida por Oliver Stone y producida por la española Mediapro, centró ayer la atención de muchos periodistas en la Berlinale. En los 93 minutos en los que ha condensado un encuentro que se prolongó durante 30 horas, el director estadounidense muestra al líder cubano -que fue invitado a la Berlinale pero que declinó el jueves la invitación- en ocasiones meditabundo y bromista, pero siempre muy firme en sus convicciones. No se trata de una investigación periodística. "Soy un director de cine que entrevistó a una figura mundial de cierta edad que está pasando revi...

Comandante, una película dirigida por Oliver Stone y producida por la española Mediapro, centró ayer la atención de muchos periodistas en la Berlinale. En los 93 minutos en los que ha condensado un encuentro que se prolongó durante 30 horas, el director estadounidense muestra al líder cubano -que fue invitado a la Berlinale pero que declinó el jueves la invitación- en ocasiones meditabundo y bromista, pero siempre muy firme en sus convicciones. No se trata de una investigación periodística. "Soy un director de cine que entrevistó a una figura mundial de cierta edad que está pasando revista a su vida y sigue guiado por su filosofía", explicó Stone en rueda de prensa.

Desde los cámaras, pasando por los montadores, hasta el compositor de la banda sonora -Alberto Iglesias-, todo el equipo es español. Originalmente, la idea del productor, Jaume Roures, era solicitar a Castro una entrevista televisiva. Como interlocutor, terminó contactando con Oliver Stone, un cineasta que el líder cubano aprecia por películas como Salvador, Platoon y JFK.

Stone se enfrenta a Castro con una mezcla entre admiración y camaradería, lo cual no le impide hacerle también preguntas incómodas y personales (que el líder cubano no siempre responde). "Yo lo percibí como una persona profundamente moral que cree que la revolución y sus ideas son más importantes que los individuos", sostiene Stone. "Quise ir más allá de la caricatura imperante en EE UU de un barbudo revolucionario con el tabaco siempre en la mano".