Abandonados documentos, algunos relacionados con ETA, en la antigua aduana de Coll d'Ares

El senador Jordi Xuclà (CiU) ha denunciado el estado de ruina de los edificios aduaneros

En el puesto fronterizo de Coll d'Ares, en la comarca del Ripollès, antaño plaza fuerte de la Guardia Civil para controlar la frontera hispanofrancesa, han aparecido abandonados un sinfín de documentos, algunos con información policial especialmente sensible y marcados con el sello de confidencial y otros referidos a ETA, como un listado de matrículas de coches de utilizados por la organización terrorista. El edificio de la antigua aduana es hoy un espacio ruinoso, repleto de pintadas, con sus entradas forzadas desde hace años y el suelo sembrado de escombros y papeles.

Pero lo más llam...

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En el puesto fronterizo de Coll d'Ares, en la comarca del Ripollès, antaño plaza fuerte de la Guardia Civil para controlar la frontera hispanofrancesa, han aparecido abandonados un sinfín de documentos, algunos con información policial especialmente sensible y marcados con el sello de confidencial y otros referidos a ETA, como un listado de matrículas de coches de utilizados por la organización terrorista. El edificio de la antigua aduana es hoy un espacio ruinoso, repleto de pintadas, con sus entradas forzadas desde hace años y el suelo sembrado de escombros y papeles.

Pero lo más llamativo de su abandono es que la Guardia Civil dejó al alcance de cualquiera documentación oficial entre la que, hasta ayer, podían hallarse notas informativas con listados de vehículos usados por ETA, requisitorias policiales en las que se detallan denuncias de todo tipo -con nombres y apellidos- o formularios vacíos en los que aparecen curiosos encabezamientos: "moral pública, privada o religiosa", "vicios y virtudes" o "forma de vida en la actualidad".

La información aparecida el lunes en el diario El Punt detallaba casos concretos de documentos en los que se hacían constar delitos. Entre ellos, fugas de menores, el robo de un maletín con 3,6 millones de pesetas o un robo de 100 jamones ibéricos. Entre la multitud de papeles de indudable valor policial, revueltos por todos los moradores que han pernoctado en el edificio, aparecía un documento fechado en 1987 que aludía a documentación intervenida a militantes de ETA detenidos en Francia a partir de la cual se desprendía el uso de determinados vehículos.

La mayoría de esta documentación abandonada durante años en el puesto fronterizo había desaparecido ayer por la tarde. Dos patrullas de la Guardia Civil se acercaron al lugar poco después de que este diario llegara al edificio, aunque los agentes no pudieron aclarar si la limpieza de los documentos, realizada presumiblemente durante la mañana, era obra de las fuerzas del orden o de los expoliadores. Un portavoz de la Guardia Civil aseguró, sin más comentarios, que se había abierto una investigación sobre el asunto.

El senador Jordi Xuclà (CiU), que viene denunciando el estado de abandono de los puestos fronterizos de Girona desde hace años, asegura que lo ocurrido en Coll d'Ares es "una negligencia muy grave, por no definirlo como un escándalo" y podría haber violado el derecho a la intimidad de las personas. Xuclà asegura que el Ministerio del Interior no puede alegar desconocimiento, puesto que el pasado 16 de diciembre presentó en el Senado una moción en la que se detallaba el lamentable estado del edificio y ya entonces alertó que las dependencias contenían documentos oficiales. Xuclà asegura que hace casi un año estuvo en el interior del edificio y, aunque no revolvió los papeles abandonados en los archivos del puesto, le resultó evidente que contenían información sensible.

El senador inscribe el abandono de estas instalaciones, refugio de okupas e indigentes, en la situación de abandono general de todos los puestos fronterizos. La degradación de este puesto contrasta con la del edificio francés del otro lado de la carretera, cerrado a cal y canto, pero libre de vandalismo y deterioro.

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Pese a que el acuerdo de Schengen de libre circulación entró en vigor hace más de cuatro años, los puestos de Portbou, Puigcerdà y La Jonquera tampoco se han desmantelado. Algunos de estos edificios, cerrados y deteriorados por falta de mantenimiento, son la primera visión que tienen los turistas que entran en el país.

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