Ruidoso alcalde

El señor Álvarez del Manzano, aún alcalde de Madrid -ya por poco tiempo-, ha hecho de ésta la tan ruidosa y ambientalmente degradada ciudad que todos padecemos, bien en daño de nuestros sentidos. Y ha querido despedirse por todo lo alto -por todo lo alto del estruendo- de su presencia al frente del Ayuntamiento madrileño.

A tal fin, ha extendido la toma de esta Villa y Corte por las supercontaminantes y popularmente bien llamadas "máquinas de Satanás", multiplicando por doquier los ataques con las peores de tales máquinas -los malditos tubos sopladores-, con el pretexto de la otoñal caí...

El señor Álvarez del Manzano, aún alcalde de Madrid -ya por poco tiempo-, ha hecho de ésta la tan ruidosa y ambientalmente degradada ciudad que todos padecemos, bien en daño de nuestros sentidos. Y ha querido despedirse por todo lo alto -por todo lo alto del estruendo- de su presencia al frente del Ayuntamiento madrileño.

A tal fin, ha extendido la toma de esta Villa y Corte por las supercontaminantes y popularmente bien llamadas "máquinas de Satanás", multiplicando por doquier los ataques con las peores de tales máquinas -los malditos tubos sopladores-, con el pretexto de la otoñal caída de las hojas secas de los árboles, como si éstas, que van deshaciéndose y desapareciendo en poco tiempo por sí solas, no pudieran terminar de recogerse, en lo que hiciera falta, con medios no contaminantes y no agresivos, como siempre se hizo.

Y sin dejar de tener en cuenta que es beneficioso, y entra dentro de los ciclos de la naturaleza, que las hojas secas terminen fundiéndose con la tierra en los alcorques de los árboles y en los jardines y demás zonas verdes. Donde, sin embargo, se está pudiendo ver que José María Álvarez del Manzano ha dado orden de que se pisotee y se perjudique el césped, metiéndose en él con los malditos tubos ésos, para quitar las hojas secas, cuyo natural destino ecológico es deshacerse allí, en el sustento terrizo de la hierba.

Horrible, en verdad, semejante despedida de este alcalde.