La lucha contra el fuel | CATÁSTROFE ECOLÓGICA

Las primeras olas de fuel de la tercera marea negra golpean la Costa da Morte

Las Rías Bajas se libran de la llegada del petróleo gracias a los vientos del Sur

Los vientos de sur a norte han dado un respiro a las Rías Bajas, pero han concentrado el grueso de la marea negra frente a la Costa da Morte. Un enorme grupo de manchas de 30 metros de largo por 18 de ancho se dirige hacia allí. La avanzadilla de ese grupo ya ha llegado a Carnota, Ribeira, Camariñas, Fisterra, Corme, Muxía y Corcubión, y ha tintado de negro sus costas. "Esto ya es un desastre, y todavía viene lo peor", augura el alcalde de Carnota, Xosé Manuel García (BNG). Ya hay más de 500 playas afectadas, de las que cada día se retiran cientos de toneladas de fuel.

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Los vientos de sur a norte han dado un respiro a las Rías Bajas, pero han concentrado el grueso de la marea negra frente a la Costa da Morte. Un enorme grupo de manchas de 30 metros de largo por 18 de ancho se dirige hacia allí. La avanzadilla de ese grupo ya ha llegado a Carnota, Ribeira, Camariñas, Fisterra, Corme, Muxía y Corcubión, y ha tintado de negro sus costas. "Esto ya es un desastre, y todavía viene lo peor", augura el alcalde de Carnota, Xosé Manuel García (BNG). Ya hay más de 500 playas afectadas, de las que cada día se retiran cientos de toneladas de fuel.

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Casi 1.000 personas, la mayoría militares, tratan de quitar el chapapote en el concello de Carnota pero no dan abasto. Cada día retiran 250 toneladas, pero la masa espesa y negra sigue allí, inmutable y pestilente. Los camiones van y vienen con los volquetes completamente llenos de fuel del vertido. Cada recoveco, cada cala de la costa, en la zona llamada O Ximpron, está cubierta de una enorme masa sólida de fuel. El agua intenta colarse por debajo, pero el engrudo viscoso lo impide. Hasta donde alcanza la vista, todo lo cubre el combustible.

Carnota, la playa más grande de Galicia, con ocho kilómetros, está limpia por el trabajo de los últimos días. Pero la vista engaña: debajo de la capa de arena hay toneladas de fuel sepultadas.

El alcalde, Xosé Manuel García, del BNG, cuenta la tragedia que ha supuesto perder la temporada de pulpo, centollo, nécora, mejilla (cría de mejillón)... Y por suerte, hasta ahora se ha salvado la piscifactoria de rodaballo, la mayor de Europa.

La situación es tan desesperada que al pueblo de Lira, donde están las playas más afectadas, ya lo llaman la nueva "zona cero del Prestige". En sus calas, la brisa marina no moja: mancha. Además adormece y emboba. Quien no usa mascarilla corre el riesgo de sufrir vómitos. Por eso el regidor se trasladó ayer a Santiago para pedir un hospital de campaña donde atender a voluntarios y militares. Y más medios, porque gente hay, pero el sistema técnico sigue siendo artesanal: a paladas y con cadenas humanas hasta los contenedores.

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150 alumnos de la Facultad de Periodismo de Santiago limpiaban ayer el fuel con la ayuda de sus profesores. Por la mañana hacen de voluntarios, y por la tarde reciben las clases que deberían tomar en Santiago en el instituto del pueblo.

La marea negra no cesa. El alcalde no está seguro de si se trata de los coletazos de la segunda oleada de fuel o la avanzadilla de la tercera. La primera afectó a la parte norte de la Costa da Morte, especialmente en la tristemente famosa Muxía. La segunda ha destrozado la zona de Carnota, donde el cien por cien de sus 32 playas y siete calas están llenas de engrudo gris, casi negro cuando se concentra, como aquí.

Y ha llegado también, rebotada, a Fisterra, donde los marineros la pescan antes de que llegue a tierra. Ayer llenaron otro camión. Aunque Xosé Manuel Martínez, el patrón mayor, ordenó a sus hombres que dejaran el fuel estamparse contra el muelle de Fisterra, porque se estaban jugando la vida con el oleaje "y tampoco merece la pena morir por el chapapote".

La tercera marea se espera para el domingo, y si es tan grande como se cree, nadie tiene esperanza en que la puedan contener con los medios disponibles.

Pese a los voluntarios y militares que trabajan aquí, las gentes de la Costa da Morte se quejan de que nadie les hace caso, que todos se preocupan ahora por las ricas Rías Bajas. Martínez se queja: "A mí que [el presidente José María] Aznar venga no me soluciona nada. Pero es como el funeral de un amigo: él ni siquiera sabrá nunca que has estado allí, no ayudas en nada, pero tienes que ir".

Un grupo de voluntarios trata de limpiar el chapapote en los alrededores del cabo Touriñán.ULY MARTÍN

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