Columna

Arco Mediterráneo

Gregorio Martín se quejaba en estas páginas de que Durán i Lleida, secretario general de CiU, utilizase, en un artículo reciente, "el gran argumento de las posibilidades del arco mediterráneo en exclusivo beneficio de Cataluña, una identificación abusiva, cuando no hiriente". Y añade: "No hay que dar bazas a los que están dispuestos a usar el anticatalanismo para cualquier razón inconfesable". Darle bazas a los que "están dispuestos a usar el anticatalanismo" hubiese sido que Durán i Lleida propusiese llegar a acuerdos con el País Valenciano para formar una plataforma con el fin de potenciar c...

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Gregorio Martín se quejaba en estas páginas de que Durán i Lleida, secretario general de CiU, utilizase, en un artículo reciente, "el gran argumento de las posibilidades del arco mediterráneo en exclusivo beneficio de Cataluña, una identificación abusiva, cuando no hiriente". Y añade: "No hay que dar bazas a los que están dispuestos a usar el anticatalanismo para cualquier razón inconfesable". Darle bazas a los que "están dispuestos a usar el anticatalanismo" hubiese sido que Durán i Lleida propusiese llegar a acuerdos con el País Valenciano para formar una plataforma con el fin de potenciar conjuntamente el Arco Mediterráneo en Europa. En primer lugar, le hubiese dado bazas al PP, que es quien está dispuesto a utilizar el anticatalanismo pro domo sua. Véase, si no, la reacción del destacado miembro del PP Estéban González Pons, ante la moción aprobada por las Cortes de Aragón pidiendo dar "vida política" conjunta a los países de la antigua Corona: "Esto supone", dice González Pons, "dar vida a los países catalanes, llamado con otro nombre, a la gran Cataluña de Pasqual Maragall". Imagínense si esto se propone por CiU. Dice Gregorio Martín, refiriéndose a la propuesta de Durán i Lleida que, "para los que desde el resto de territorios de la antigua corona de Aragón, crean en una cultura y una historia común y en una integración sociopolítica de estas tierras, frente al papel cada vez más determinante de Madrid, estas opiniones no pueden ser más desmoralizadoras". Son desmoralizadoras, sí. Pero no las que más.

Lo más desmoralizador para quienes compartimos esa creencia debería ser el que en este País Valenciano estemos gobernados por los González Pons y compañía. Con esta gente, ni con los socialistas de Pasqual Maragall ni con los nacionalistas de Pujol o Durán i Lleida va a haber posibilidad alguna de acordar nada. Estamos perdiendo la gran oportunidad de configurarnos, junto con las Baleares, en una de las regiones europeas con mejor futuro económico. ¿Hasta cuándo? Hasta que los valencianos quieran.

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