Columna

Descontrol

Algunos sostienen que se equivocaron al no acoger el Prestige en A Coruña y obligarle a morir en alta mar con 70.000 toneladas de fuel en las bodegas. No se pueden hacer experimentos ecológicos como si se tratara de ocurrencias del eminente profesor Franz de Copenhague, y ahí está, ahí está la Puerta de Alcalá y la marea negra fugándose por los descosidos del barco hundido, convertida otra vez en plaga que decreta la muerte, tan obscena y reaccionaria como siempre.

A palazo limpio los paisanos tratan de sacarse esta pelagra de encima, y las autoridades locales, nacionales y galax...

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Algunos sostienen que se equivocaron al no acoger el Prestige en A Coruña y obligarle a morir en alta mar con 70.000 toneladas de fuel en las bodegas. No se pueden hacer experimentos ecológicos como si se tratara de ocurrencias del eminente profesor Franz de Copenhague, y ahí está, ahí está la Puerta de Alcalá y la marea negra fugándose por los descosidos del barco hundido, convertida otra vez en plaga que decreta la muerte, tan obscena y reaccionaria como siempre.

A palazo limpio los paisanos tratan de sacarse esta pelagra de encima, y las autoridades locales, nacionales y galaxiales se tiran las insuficiencias por la cabeza. Mientras en Europa aseguran estar hartos, hartos de mareas negras, Mariano Rajoy sobrevuela el desastre en helicóptero canturreando "negra sombra, negra sombra..." y Manuel Fraga llega con siete días de retraso, prometiendo dineros, pero sobre todo gaiteros.

"Incontrolada la marea negra", titulan los diarios del régimen y los que no son del régimen, verdad objetiva, pues, que sugiere todas las perplejidades sobre la miseria política y la miseria científico técnica. No olvidemos que las señoras y señores de la política europea que aseguran estar hartos, pero que muy hartos de las mareas negras, pertenecen a camadas equivalentes a las que se tragaron las vacas locas hasta que les salieron los cuernos por la boca y los otros seis orificios del cuerpo. Ni olvidemos que el desafío del Prestige hubiera exigido menos declaración gubernamental de control de la situación a la vista de que la situación estaba perfectamente descontrolada, ya que el poder atrofia la percepción entre control y descontrol, como suele atrofiar la percepción entre orden y desorden.

La cercanía de Navidad y las restricciones de marisco elevarán esta tragedia costera pero autonómica a la dimensión de cuestión de Estado, factor importante para que la sensibilidad ecológica forme parte de la razón de ser española, ya que, diga lo que diga la Conferencia Episcopal, la conciencia se forma mediante movimientos con éxito o sin éxito hacia la posesión de la materia, sea un chupete o sea una docena de percebes. Luego ya vendrá enero con toda clase de rebajas del espíritu.

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