Bush propone reformar la Administración para reducir a la mitad el empleo público

La Casa Blanca quiere 'privatizar' 850.000 puestos de trabajo de un total de 1,8 millones

La Administración de George Bush se propone privatizar casi la mitad de los 1,8 millones de empleos sostenidos por el presupuesto federal. El recorte de hasta 850.000 empleos, defendido por la Casa Blanca para ahorrar, ha provocado las iras sindicales y ha sido calificado de alarmante por los demócratas, para los que el plan descubre la intención de la Casa Blanca de atacar frontalmente a los sindicatos. El anuncio afila la orden del año pasado de Bush de mejorar la eficacia del Gobierno federal, que impuso como objetivo (octubre del año 2003) privatizar el 15% de las nóminas....

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La Administración de George Bush se propone privatizar casi la mitad de los 1,8 millones de empleos sostenidos por el presupuesto federal. El recorte de hasta 850.000 empleos, defendido por la Casa Blanca para ahorrar, ha provocado las iras sindicales y ha sido calificado de alarmante por los demócratas, para los que el plan descubre la intención de la Casa Blanca de atacar frontalmente a los sindicatos. El anuncio afila la orden del año pasado de Bush de mejorar la eficacia del Gobierno federal, que impuso como objetivo (octubre del año 2003) privatizar el 15% de las nóminas.

Hasta ahora han salido a pública subasta entre 20.000 y 40.000 empleos de 26 organismos públicos, según información oficial. En juego están lo que la Administración define como puestos de trabajo 'comerciales' y no 'necesariamente gubernamentales' en todos los departamentos, incluido el Pentágono.

Albañiles, jardineros, personal informático, camareros, sanitarios, administrativos... son los empleos que la Administración pretende someter a concurso abierto en los próximos años. En cabeza de todos los Departamentos se encuentra el Pentágono, que opera con la consigna de centrarse exclusivamente en tareas de defensa y seguridad nacional. Casi la cuarta parte de los trabajos a privatizar son realizados ahora bajo la tutela de Defensa, desglosados entre 155.000 civiles y 58.700 uniformados: ópticos, abogados, contables o especialistas en comunicaciones.

Cafeterías y veteranos

En la reciente elaboración de los presupuestos, la Administración hizo notar que el Departamento de Veteranos, que atiende las necesidades y derechos de antiguos militares, empleaba 11.000 personas en tareas de mantenimiento y a otras 10.000 en atender las cafeterías por todo el país.

Para conseguir su objetivo, la Casa Blanca va a reformar drásticamente las vigentes condiciones para optar a trabajos de la Administración, un tedioso proceso burocrático que puede llevar hasta cuatro años y que disuade a los potenciales interesados. El procedimiento se va a acelerar para que quede resuelto en un año. También va a desaparecer la automática concesión de la contrata a la oferta más baja. El anuncio de la reforma se produce a rebufo de la extraordinaria victoria electoral republicana de la pasada semana, que ha permitido a Bush sacar adelante el nuevo departamento de Seguridad Interna, al que se venían oponiendo los demócratas por considerar que la agrupación de 170.000 empleados de 22 entidades se iba a realizar en condiciones que menoscaban derechos adquiridos.

El nuevo departamento ha servido a Bush como laboratorio de un nuevo orden laboral. El presidente se reserva el derecho de escudarse en la seguridad nacional para combatir hipotéticas reclamaciones laborales en el departamento. Los demócratas dieron el visto bueno después de introducirse en la ley el derecho de los sindicatos a hacer oír su voz y a recurrir a un proceso de arbitraje. Pero al cabo de 60 días de disputa, el jefe del Departamento podrá imponer su criterio.

Edward Kennedy, el más alto demócrata en el comité de Sanidad y Trabajo del Senado, califica de alarmante la secuencia de medidas. 'Ahora vemos cuál es el auténtico objetivo de la Casa Blanca', ha dicho. 'No es la seguridad interior, sino el desmantelamiento de los sindicatos'.

Colleen Kelley, presidente del sindicato de los trabajadores del Tesoro, subraya el riesgo que se corre al ofrecer fuera trabajos de informática.

Por su parte, Bobby Harnage, presidente de la federación de empleados gubernamentales, dice que 'la Administración de Bush está en guerra con los trabajadores federales experimentados y fiables'.

A pesar de sus protestas contra el crecimiento de la burocracia, la Administración de Bush lleva camino de incrementar la nómina pública hasta los dos millones de empleados, un flanco que los demócratas piensan atacar en las elecciones del 2004. El plan de recortes tiene así carácter defensivo al quitar argumentos a la oposición.

El presidente George Bush, en un acto público ayer en Denver, Colorado.REUTERS

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