Tribuna:

Un año de Casa Asia

Estamos de celebración, porque hoy se cumple un año de la constitución del consorcio fundacional de Casa Asia, una institución de nuevo cuño creada por iniciativa conjunta del Ministerio de Asuntos Exteriores, la Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona. Una institución que tendrá su sede en el magnífico palacio del barón de Quadras -ahora en restauración-, pero que ya a lo largo de este año ha iniciado sus actividades y que, a pesar de su corta vida, ha logrado hacerse un nombre propio en el panorama social y cultural de la ciudad y del país. El concierto de la Orquesta Nacional...

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Estamos de celebración, porque hoy se cumple un año de la constitución del consorcio fundacional de Casa Asia, una institución de nuevo cuño creada por iniciativa conjunta del Ministerio de Asuntos Exteriores, la Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona. Una institución que tendrá su sede en el magnífico palacio del barón de Quadras -ahora en restauración-, pero que ya a lo largo de este año ha iniciado sus actividades y que, a pesar de su corta vida, ha logrado hacerse un nombre propio en el panorama social y cultural de la ciudad y del país. El concierto de la Orquesta Nacional de China en el Auditori, la organización de numerosos seminarios y conferencias sobre la realidad asiática, y la puesta en marcha del Círculo de Negocios dedicado a la promoción de las relaciones económicas de nuestras empresas con la región que es y será la más dinámica del planeta han servido de aperitivo, de tarjeta de presentación de lo que deberá venir en el próximo futuro.

Casa Asia ha nacido con la intención declarada de colmar un vacío: el del desconocimiento de la realidad asiática -tan inmensa, tan importante, tan diversa-. Nos llenamos cada día la boca con la tan traída globalización y, sin embargo, nuestra visión de los asuntos internacionales sigue siendo fundamentalmente estrecha. Apenas somos conscientes de que el 60% de la población mundial vive en ese continente y que, por tanto, toda visión del mundo que no incorpore esa cuota asiática será sesgada, incompleta. Hoy resulta, por ejemplo, que todos los medios de comunicación españoles tienen corresponsales en París, Londres, Roma, Bruselas y Francfort -capitales que apenas distan unos centenares de kilómetros entre sí- y, sin embargo, son contados los que tienen una presencia estable en algún país asiático. Es cierto que en los últimos meses ha habido algún periódico -éste, entre ellos- que ha abierto corresponsalía en China, pero el déficit sigue siendo clamoroso.

El objetivo es, pues, conocer y entender. Para ello, Casa Asia tiene una clara vocación de catalizador. Cual si estuviéramos en la década de 1960, su función es la de ser un agente agit / prop: un instrumento de agitación y propaganda que ayude a mover todo aquello que tenga relación con Asia. En todos los campos: el cultural, el académico y, por supuesto el económico. No se trata ni de planificar, ni siquiera de dirigir; como mucho, de liderar. Porque aunque Casa Asia surge por iniciativa de las administraciones, su misión es colaborar con todos los agentes civiles relevantes. Casa Asia nace de la convicción de que en nuestra relación con Asia, el papel del sector público es importante pero limitado; como diría el clásico, se trata más de encender un fuego que de llenar una botella. Por todo ello, la involucración y la complicidad de las empresas, del mundo académico y cultural, y de las ONG resultará crucial para el éxito de la institución.

La ubicación de la misma en Barcelona no es casual. Responde, sin duda, a los méritos objetivos de la ciudad y de Cataluña en el desarrollo de las relaciones con Japón y China, pero obedece también a la voluntad manifiesta de potenciar la proyección internacional de Barcelona, y en este sentido representa una gran oportunidad. Frente al ejercicio de comparación obsesiva con Madrid que ha dominado -con escasos resultados prácticos- el debate sobre el modelo de ciudad y de país que queremos, Casa Asia se reivindica como una iniciativa concreta que, además, no admite comparaciones. Porque al margen de Londres, no hay hoy en Europa una institución con la ambición y el empuje de Casa Asia. Su potencial, por tanto, es enorme y de ahí que, sin dejar de ser realistas, de tener los pies en el suelo, haya que ser también ambiciosos: ¿por qué no pensar que el Festival Asia -que este año se ha planteado como un aperitivo y cuyos contenidos habrá que ir perfilando en ediciones futuras- pueda convertirse en un referente, en un escaparate de primer orden de las culturas asiáticas a escala europea?, ¿por qué no pensar, en definitiva, en hacer de Barcelona una de las puertas de entrada y de salida de Europa hacia Asia?

Dice un proverbio chino que un camino de 10.000 leguas empieza con un simple paso. Ese paso está más que dado. Queda muchísimo por recorrer, pero en este año se ha construido una buena base. Unos cimientos que descansan sobre un magnífico equipo de profesionales y, por qué no decirlo, sobre un entendimiento estupendo entre las tres administraciones fundadoras, que han entendido desde el principio que Casa Asia no podía ser un mero instrumento de poder y que están trabajando codo con codo en beneficio de la institución. La inauguración de la sede del palacio del barón de Quadras está prevista para el próximo mes de marzo. Será entonces una gran ocasión para la presentación oficial en sociedad. Entretanto, les invito a que entren y utilicen la página web (www.casaasia.org) de la institución: es fresca, interesante, sugerente, muy útil y con cierto misterio, como la misma Asia, como la misma Casa.

Miquel Nadal es ex secretario de Estado de Asuntos Exteriores.

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