Reportaje:

Montañas menguantes en Sant Fost

La 'fiebre del adosado' inunda de chalets y merma la vegetación de las colinas de la sierra de la Marina

¿Quién le iba a decir a la sierra de Marina que la fiebre del adosado sembraría de chalés sus colinas de Sant Fost de Campsentelles y las despojaría de vegetación? La fisonomía del que a principios de siglo era un pueblo agrícola de 600 habitantes ha sufrido más cambios en la última década que en sus 1.000 años de historia. La mejora de las comunicaciones y el encarecimiento del suelo de las localidades del entorno, unido a la voracidad de las inmobiliarias, han inundado de casas las otrora apacibles laderas.

Desde la antigua urbanización de la Conreria se divisa un panorama desolador: ...

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¿Quién le iba a decir a la sierra de Marina que la fiebre del adosado sembraría de chalés sus colinas de Sant Fost de Campsentelles y las despojaría de vegetación? La fisonomía del que a principios de siglo era un pueblo agrícola de 600 habitantes ha sufrido más cambios en la última década que en sus 1.000 años de historia. La mejora de las comunicaciones y el encarecimiento del suelo de las localidades del entorno, unido a la voracidad de las inmobiliarias, han inundado de casas las otrora apacibles laderas.

Desde la antigua urbanización de la Conreria se divisa un panorama desolador: donde hace poco se veían suaves elevaciones emergen hoy hileras de chalés que trepan hasta la cima sin respetar la orografía del terreno. La urbanización de Mas Llombart Nord es la que mejor ilustra la mutación que está viviendo esta localidad del Vallès Oriental en la que actualmente residen unas 7.000 personas.

El pueblo ha sufrido más cambios en la última década que en 1.000 años de historia
El Ayuntamiento no aceptó un plan especial para proteger los espacios naturales

El espectacular desarrollo urbanístico de Sant Fost, como la de otros pueblos del Vallès o del Maresme, plantea muchos interrogantes dentro y fuera del municipio. El más frecuente es sobre quién protege el territorio frente a las tremendas embestidas de la especulación. Desde el Ayuntamiento, el arquitecto municipal, Miquel Ricart, explica que en pocos meses se aprobará un plan general que revisará las expectativas de crecimiento de la población y, en particular, en la zona boscosa de la Conreria. Se trata de corregir los excesos del anterior plan, del año 1987.

Las previsiones de crecimiento se han visto superadas por el trazado de infraestructuras supramunicipales como el futuro desdoblamiento de la carretera B-500, que une Badalona y Mollet, por la que cada día circulan unos 13.000 vehículos. Este trazado, redactado por la Generalitat, marcará el límite entre la zona urbanizable de Sant Fost y los espacios verdes.

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El techo de población de Sant Fost se sitúa en unos 11.000 habitantes, según su alcalde, Joan Gassó. Las palabras del edil dibujan un panorama menos preocupante del que suscitan algunos hechos. El plan especial promovido hace algunos meses por el Consorcio de la Serralada de Marina es una norma urbanística de la que se han dotado los cinco municipios miembros (Badalona, Santa Coloma de Gramenet, Montcada i Reixac, Tiana y Sant Fost) para preservar y conservar mejor los espacios naturales. Pues bien, el Ayuntamiento de Sant Fost es el único que no ha aceptado que el suelo no urbanizable -900 hectáreas de su término municipal- quede protegido por dicho plan especial.

El razonamiento de Gassó para jusitificar esta decisión es que dispusieron del documento con 48 horas de antelación a la celebración del plenario donde se aprobó. Así, acordaron posponer la cuestión por ser el único municipio del Consorcio que no pertenece al Área Metropolitana, donde rige una normativa urbanística diferente, unido a que en aquel momento aún no estaba definido el trazado de la B-500. Esto no debe interpretarse, según Gassó, como una falta de voluntad política de proteger el territorio. Y como ejemplo, cita las 186 hectáreas de la Conreria, hasta ahora urbanizables, que han sido liberadas por el Ayuntamiento para que pasen a ser bosque.

El alcalde ve con optimismo el crecimiento de la población: 'Hemos logrado asimilar a los recién llegados sin dejar de ser un pueblo y no una suma de urbanizaciones'. A su juicio, la parte más negativa es el encarecimiento que supone garantizar los servicios básicos en los núcleos residenciales más periféricos. Gassó admite que el impacto ambiental de urbanizaciones como Mas Llombart Nord 'es importantísimo'. Reconoce que si hubiera podido cambiar la tipología de las viviendas levantadas allí lo habría hecho, pero recuerda que la urbanización se aprobó en la década de 1960 y estuvo parada durante años por la quiebra de diferentes constructoras.

En Sant Fost gobierna una coalición atípica, formada por Independents Units per Sant Fost, a la que pertenecen Gassó y seis concejales, dos ediles de CiU y otro de Esquerra Unida Alternativa. La oposición cuenta con dos concejales del PSC, uno del PP y otro de vecinos independientes.

El primer secretario del PSC, Josep Morales, explica que su grupo está en la oposición 'porque no nos gusta la política urbanística del equipo de gobierno'. También les desagrada el modelo de crecimiento a los integrantes de la Plataforma pro Serralada de Marina, que agrupa entidades vecinales, ecologistas locales y dos únicas fuerzas políticas: ICV y el PSC. Sant Fost se ha caracterizado tradicionalmente por su inestabilidad política, derivada en parte de la atomización de grupos con representación municipal. En las últimas elecciones municipales se presentaron ocho listas de las cuales siete obtuvieron representación.

Los miembros de la Asociación Ecologista La Xopera, una de las más dinámicas en la defensa de los espacios naturales, explican los motivos que les llevaron a organizarse. 'Somos de Badalona y decidimos venir a vivir a Sant Fost porque queríamos tranquilidad y contacto con la naturaleza', comenta su presidenta, Victoria Boniny. Boniny recuerda que, al poco de llegar, observaron alarmados incendios sospechosos o tala indiscriminada de árboles. La desaparición de una gran chopera de 540 árboles fue determinante para constituir la asociación y bautizarla como 'La Xopera'.

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