OPINIÓN DEL LECTOR

Tuberos malditos

No tengo nada contra los ejecutores, pobriños, ni me parece que su trabajo pueda ser gratificante en ningún sentido, de modo que ni siquiera se lo envidio. Sí tengo un antiguo resquemor, renovado todas las mañanas, contra la cúpula municipal y espesa de poltronas y cerebros, presidida por José María Álvarez del Manzano, alcalde saliente de Madrid, que puso en sus manos inocentes, ya hace muchos años, los deletéreos gadgets que continúan manejando cada vez con más prodigalidad y displicencia contra el vecindario y los comerciantes de la avenida del General Perón y aledaños.

Si ust...

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No tengo nada contra los ejecutores, pobriños, ni me parece que su trabajo pueda ser gratificante en ningún sentido, de modo que ni siquiera se lo envidio. Sí tengo un antiguo resquemor, renovado todas las mañanas, contra la cúpula municipal y espesa de poltronas y cerebros, presidida por José María Álvarez del Manzano, alcalde saliente de Madrid, que puso en sus manos inocentes, ya hace muchos años, los deletéreos gadgets que continúan manejando cada vez con más prodigalidad y displicencia contra el vecindario y los comerciantes de la avenida del General Perón y aledaños.

Si usted, lector/a, no comparte nuestro infortunio ni sabe de qué hablo, permítame explicarle que aludo a una especie de marcianos semiembozados que esgrimen los susodichos, estruendosos y contaminantes artefactos expeledores bajo nuestros balcones todas las mañanas, a partir de las ocho, so pretexto de limpiar 'las hojas del árbol caído...'. Les acompaña una maquinona barredora con el eslogan 'Madrid limpio es capital' y la consabida panoplia de luces amarillas enloquecidas que rechazarían por cruel hasta los de la CIA en Guantánamo.

Y todo eso, contra un vecindario que no rompe un plato, ni mancha, ni nada. No hay excepción a la tortura ni en fin de semana, ni en puente o fiesta de guardar, y no sólo interrumpen nuestro sueño, sino nuestro trabajo y nuestra cordura; no sólo envían ricas miasmas a nuestras ventanas, así como un aromático dióxido de carbono, sino que los depositan sobre las orondas carnes del carnicero y los huesos de santo del pastelero, un horror. ¡Ah!, y lo de las hojas es mentira: en agosto ya estaban dale que dale, con las hojas en su sitio y las calles impolutas.

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