Reportaje:Aulas

Las madres sí que saben

Una cooperativa escolar de Posadas desarrolla un sistema para obtener libros de texto muy baratos

Para una familia que tenga dos hijos en edad escolar, el principio del curso puede significar, sólo en libros de texto, un gasto de más de 200 euros. Eso, si la familia no vive en Posadas, un pueblo de 6.000 habitantes al oeste de Córdoba; y si los niños no van al colegio Nuestra Señora de la Salud. Porque en este centro funciona desde hace cuatro años una cooperativa que se encarga de proporcionar a los alumnos los libros que necesitan a un precio muy inferior al de mercado. ¿Cómo? 'Usando, reutilizando y reciclando', dice Joaquín Casado, el padre de la idea.

Casado, que se jubiló el a...

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Para una familia que tenga dos hijos en edad escolar, el principio del curso puede significar, sólo en libros de texto, un gasto de más de 200 euros. Eso, si la familia no vive en Posadas, un pueblo de 6.000 habitantes al oeste de Córdoba; y si los niños no van al colegio Nuestra Señora de la Salud. Porque en este centro funciona desde hace cuatro años una cooperativa que se encarga de proporcionar a los alumnos los libros que necesitan a un precio muy inferior al de mercado. ¿Cómo? 'Usando, reutilizando y reciclando', dice Joaquín Casado, el padre de la idea.

Casado, que se jubiló el año pasado, después de más de 30 años de trabajo en el colegio, lo cuenta así: 'La realidad hace llamadas a la conciencia. Este es un barrio de trabajadores agrícolas, muchos de ellos temporeros, afectados por el paro. Y algunas familias tenían problemas para hacerse con los libros de texto cada año. Veíamos que la gente los intercambiaba, pasándolos no sólo de hermano a hermano, sino también entre vecinos, entre parientes lejanos. Entonces se nos ocurrió que eso se podía organizar y extenderlo a todos los niños del centro'.

Lo que hicieron fue diseñar un sistema basado en el sentido común, la solidaridad y el trabajo de las madres de la AMPA. Cada año, en junio, estas mujeres recorren las clases y recogen los libros que llevan el sello de la cooperativa (un recuadro rayado donde se va apuntando el nombre de cada usuario y el curso correspondiente). Los revisan, se aseguran de que están en buen estado, borran cuidadosamente los subrayados, reparan con maña y cinta adhesiva los que tienen remedio y jubilan a los que ya no lo tienen. Luego hacen recuento de los alumnos que los necesitarán el año próximo y, si hacen falta más, los compran. Y cuando llega septiembre, los reparten a los estudiantes, que en vez de pagar 100 euros por ellos, los consiguen por una cantidad cercana a los 30.

'Con lo que cuestan los libros en una tienda para un niño solo, aquí apañamos a tres o cuatro', resume María Jesús Invernón, tesorera de la cooperativa. Ella lo sabe por experiencia: tiene dos hijos pequeños en el colegio. 'Es más caro al principio, en Infantil y en primero de Primaria, porque los libros están hechos de fichas sobre las que se pinta y se escribe, y no se pueden reutilizar'. Pero aún así, las familias se ahorran el 25%, porque la cooperativa adquiere los libros directamente en las editoriales y los entrega a los padres a precio de costo.

Para los niños mayores la diferencia es mucha. Un chico de quinto de primaria tendría que pagar unos 80 euros por los libros básicos (lengua, matemáticas, conocimiento del medio, inglés), y llegar a los 100 para completar las carpetas de plástica y de música, que tampoco se pueden reutilizar. Aquí puede obtener los primeros por 15 euros, y los segundos por 15 más: 30 euros en total.

Pero no todo es cuestión de dinero. 'La idea tiene una vertiente educativa importante', señala Joaquín Casado. 'Con este sistema se contrarresta la sociedad de consumo y el individualismo de los niños; se fomenta el cooperativismo y se les inculca la necesidad de reutilizar las cosas'. Los libros descuartizados se convierten en papel reciclado. Y los que están bien, pero han sido sustituidos por otros nuevos, se envían a lugares de habla hispana (Cuba, Sáhara) donde aún pueden ser útiles.

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El director del centro, Pedro Ariza, aclara que a los alumnos se les insiste mucho, tanto en clase como en casa, para que cuiden los libros, no los pinten y hagan los ejercicios en los cuadernos. 'Cuando esto se puso en marcha', recuerda, 'participaban muy pocos niños. Hoy lo hace la gran mayoría. Funciona muy bien, es sencillo y perfectamente exportable a otros colegios'. 'Y en estas condiciones se podría conseguir la gratuidad de los libros, si la Consejería diese ayudas', añade Casado convencido. 'Aunque fuera la mitad', remata María Jesús Invernón.

Mientras, los alumnos lo tienen claro. Los mayores participan en talleres de encuadernación para reparar y reconstruir lo que haga falta. Y en las últimas páginas de sus libros dejan mensajes como 'cuídalo igual que yo lo he cuidado'.

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