Tribuna:EL CONFLICTO EN ORIENTE PRÓXIMO

Jordania, bajo presión

El autor analiza la difícil situación de la monarquía jordana ante la creciente amenza de guerra entre EE UU e Irak, con la posible caída del país en un atolladero.

A medida que pasa el tiempo y se aproxima cada vez más el día del posible enfrentamiento entre Estados Unidos e Irak, la presión sobre el Reino de Jordania parece aumentar.

Las solicitudes de miles de palestinos de los territorios para entrar en el reino siguen amontonándose y las Fuerzas de Seguridad jordanas temen que muchos de ellos tengan intención de quedarse en Jordania. Como consecuencia, todos los solicitantes deben depositar grandes sumas de dinero, como 'fianza', para garantizar que se marchan.

Al mismo tiempo, hay un campamento de tiendas iraquíes que no deja de crecer...

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A medida que pasa el tiempo y se aproxima cada vez más el día del posible enfrentamiento entre Estados Unidos e Irak, la presión sobre el Reino de Jordania parece aumentar.

Las solicitudes de miles de palestinos de los territorios para entrar en el reino siguen amontonándose y las Fuerzas de Seguridad jordanas temen que muchos de ellos tengan intención de quedarse en Jordania. Como consecuencia, todos los solicitantes deben depositar grandes sumas de dinero, como 'fianza', para garantizar que se marchan.

Al mismo tiempo, hay un campamento de tiendas iraquíes que no deja de crecer en el cruce fronterizo cerrado entre los dos países. Es casi imposible impedir el paso por la larga frontera que casi con certeza tendrá lugar cuando empiece la campaña contra Irak, si es que empieza. Una vez dentro, muchos se quedarán y se unirán a los muchos otros iraquíes que se han abierto paso hasta Jordania en los últimos años.

La seguridad jordana está casi al límite para controlar la disidencia y el extremismo

El miedo aquí radica en el hecho de que la entrada en el país de gran número de 'refugiados' en potencia pueda convertirse en una carga añadida para la débil economía jordana y en una fuente de inestabilidad, ya que descompensará el delicado equilibrio de poder en el reino.

La preocupación por la estabilidad puede verse también en el cierre de la cadena de televisión Al Yazira en Jordania, a raíz de varias emisiones en las que se atacó a la familia real hachemí por sus contactos demasiado estrechos con Estados Unidos e Israel.

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Mientras la tensión aumenta, se han realizado maniobras militares conjuntas entre estadounidenses, saudíes y jordanos. Estas maniobras provocaron una carta de protesta por parte de varias organizaciones de la oposición islámica, palestina y de izquierdas. Esto, sumado a las recientes declaraciones del príncipe Hasan respecto a la necesidad de derrocar a Sadam Husein durante una conferencia de los líderes de la oposición iraquí, ha hecho crecer la preocupación por la estabilidad en el país.

Hay indicios de que el rey Abdulá intenta asegurarse de que en caso de que haya una guerra, el petróleo iraquí, que ahora fluye a Jordania, será sustituido por el petróleo saudí, y ésta fue una de las principales razones de su último viaje a Arabia Saudí.

Conforme la tensión se agrava, todos los organismos y personalidades jordanas hacen claros esfuerzos para quitar importancia a los contactos con Israel, con el fin de evitar críticas adicionales internas y también externas.

Los servicios de seguridad jordanos tienen el plato lleno intentando controlar la disidencia, la oposición y el extremismo. Con esta idea, expulsaron no hace mucho al jeque saudí Salman Uda, que estaba a punto de pronunciar una conferencia sobre la yihad (guerra santa) ante una gran congregación. Una fuente de preocupación para los círculos que rodean a la familia real es la mayor cooperación entre compañeros de cama tan insólitos como los movimientos de izquierdas y las organizaciones musulmanas, y de ambos con el gran bando palestino.

Hasta el momento, el rey, con la ayuda de sus seguidores leales (el Ejército y los servicios de seguridad y espionaje), se las ha arreglado para suprimir la disidencia. Lo ha conseguido poniendo fin de hecho a la vida política oficial, censurando los medios de comunicación y reduciendo los acuerdos inmobiliarios con extranjeros. La pregunta es durante cuánto tiempo puede seguir aumentando la tensión, por cuánto tiempo se podrá silenciar la disidencia.

¿Bastarán el apoyo de Estados Unidos y los fondos y el petróleo saudíes para garantizar que el asiento caliente en el que se sienta el rey Abdulá no se volverá insoportable?

Da la impresión de que el rey corre contra el tiempo. Si sus esfuerzos para reactivar la achacosa economía jordana tienen éxito, si encuentra la forma de arrancar de nuevo el proceso de paz en Oriente Próximo y esto desemboca en un Estado palestino independiente y se asegura el apoyo continuado de Estados Unidos, debería ser capaz de salir airoso e incluso consolidar su posición. De lo contrario, existe la posibilidad de que Jordania se hunda en un atolladero y la supervivencia del reino hachemí correrá un gran riesgo.

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