Educación infantil gratuita

¡Que se alegren los ángeles!, ¡que las campanas de todo el orbe toquen a júbilo!, ¡por fin en España la educación infantil es gratuita! Éste es el mensaje que, en resumidas cuentas, parece querer enviarnos la señora ministra Pilar del Castillo a través de su altavoz público en las pantallas domésticas. Y los televidentes, entre bocado y bocado, sonríen a duras penas, corriendo el peligro de atragantarse, porque nuestro país ya tiene educación infantil gratuita. Y todo ello apoyado por cajas y cajas de firmas de padres, religiosamente solicitadas por la CONCAPA, que cada mes recibían la factura...

¡Que se alegren los ángeles!, ¡que las campanas de todo el orbe toquen a júbilo!, ¡por fin en España la educación infantil es gratuita! Éste es el mensaje que, en resumidas cuentas, parece querer enviarnos la señora ministra Pilar del Castillo a través de su altavoz público en las pantallas domésticas. Y los televidentes, entre bocado y bocado, sonríen a duras penas, corriendo el peligro de atragantarse, porque nuestro país ya tiene educación infantil gratuita. Y todo ello apoyado por cajas y cajas de firmas de padres, religiosamente solicitadas por la CONCAPA, que cada mes recibían la factura del costoso colegio de los más pequeños de la casa.

Pero el que se ha atragantado en la comida, como si de un noticiero de mediodía del 11 de septiembre de 2001se tratara, ha sido el que escribe. Dedicado a la enseñanza y trabajador de la que es pública, no dejo de sorprenderme: ¿no sabía la señora ministra que la educación infantil ya era gratuita antes de que ella llegara a la casa que encabeza?

No engañe a la sociedad de esta forma. El Ministerio de Educación no ha prolongado la gratuidad de la enseñanza a la etapa infantil, porque quien quisiera matricular a su hijo en ese periodo escolar lo habría podido hacer, en la 'etapa precastellana' incluso, sin el más mínimo coste.

Lo único que ha hecho Del Castillo es establecer que los colegios privados concertados, que sí cobraban por esta educación, reciban ahora un buen montante económico de las arcas del Estado para subvencionarlos en esta etapa; lo que ha hecho, una vez más, es beneficiar, como desgraciadamente vemos y padecemos los que nos dedicamos a la educación, a la escuela privada, y esto, por supuesto, siempre a costa de la pública.

De todas formas, al menos un ruego, señora: no engañe a la sociedad, no engañe a los padres, no engañe a los votantes y diga las cosas como son.