¡Faltan córneas!
Nos enteramos con tristeza de que en Barcelona ha sonado el SOS de que faltan donadores de córneas para las intervenciones. Hay invidentes en las fatídicas listas de espera que seguirán sin poder ver el amanecer. Ser dona-dor es un título de nobleza. Es una satisfacción íntima incomparable.
En la muerte de nuestra madre, embargados por el inmenso dolor, tuvimos unos minutos de paz, casi de júbilo, al contemplar el estilete amoroso e implacable del oftalmólogo que extraía las córneas en un escalofriante silencio y días después recibir la comunicación de que sus córneas habían sido traspl...
Nos enteramos con tristeza de que en Barcelona ha sonado el SOS de que faltan donadores de córneas para las intervenciones. Hay invidentes en las fatídicas listas de espera que seguirán sin poder ver el amanecer. Ser dona-dor es un título de nobleza. Es una satisfacción íntima incomparable.
En la muerte de nuestra madre, embargados por el inmenso dolor, tuvimos unos minutos de paz, casi de júbilo, al contemplar el estilete amoroso e implacable del oftalmólogo que extraía las córneas en un escalofriante silencio y días después recibir la comunicación de que sus córneas habían sido trasplantadas. No se deberían precisar campañas para aumentar las donaciones de órganos, tendría que ser suficiente el auténtico amor hacia la sociedad y una educación escolar.