Gaza, el laboratorio del infierno

La palabra 'paz' se ha convertido en un término que se omite totalmente en las conversaciones de los círculos palestinos de la franja

'En Palestina hemos inventado un nuevo tipo de niño. El niño sin sonrisa. ¿Ha visto sonreír a alguno por la calle?'. El doctor Iyad al Sarraj, psiquiatra titulado, tiene una de las clientelas potenciales más extensas del planeta: millón y medio de palestinos que abarrotan 300 de los 440 kilómetros cuadrados de la franja de Gaza, con el último tercio espaciosamente ocupado por 7.000 colonos judíos en 16 asentamientos, a los que acompaña una nutrida guardia pretoriana, la tropa que a domicilio los protege. Pero el profesional, respetado miembro de la oposición al presidente Arafat, posee medios ...

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'En Palestina hemos inventado un nuevo tipo de niño. El niño sin sonrisa. ¿Ha visto sonreír a alguno por la calle?'. El doctor Iyad al Sarraj, psiquiatra titulado, tiene una de las clientelas potenciales más extensas del planeta: millón y medio de palestinos que abarrotan 300 de los 440 kilómetros cuadrados de la franja de Gaza, con el último tercio espaciosamente ocupado por 7.000 colonos judíos en 16 asentamientos, a los que acompaña una nutrida guardia pretoriana, la tropa que a domicilio los protege. Pero el profesional, respetado miembro de la oposición al presidente Arafat, posee medios de vida propios, porque en este caldero infernal que es el único territorio no ocupado permanentemente por el Ejército israelí, y donde el palestino se cuece en su misma calentura de frustración y revancha, mal comprendería eso de pedir hora para la consulta.

La franja es una prisión porque el ocupante guarda todas sus salidas exteriores
'Los suicidas no son terroristas, sino combatientes de la libertad'
'Sólo pedimos el cumplimiento de las resoluciones de la ONU'
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'Esta guerra'-dice Sarraj, por arriba de medio siglo, confortablemente trajeado, uso distinguido de la lengua inglesa- 'no es como las otras. No sólo las personas, sino la idea misma de familia se está muriendo. Los hijos ya no saben lo que es un padre, porque los padres no son capaces de proteger a sus hijos. Muchos niños, cuando juegan, quieren ser el israelí -como en policías y ladrones-, porque es el más fuerte, el que siempre gana'.

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Gaza es una prisión hacia afuera, porque el ocupante guarda todas sus salidas exteriores, mar y aire incluidos, pero también es hacia adentro una especie de laboratorio soberano, porque Israel no contempla la franja con el mismo apetito invasor que le inspira Cisjordania, sino con la aprensión de que en su laberinto de callejas y campos de refugiados le aceche la emboscada. Gaza es una herida supurante, donde el odio a un enemigo que aparece sólo con la puntualidad de abrir fuego, matar y retirarse, es un engrudo maloliente y viscoso.

En varios días de conversaciones con periodistas, ministros, legisladores, intelectuales, guerrilleros y terroristas inconfesos, ha habido un término cuya omisión ha sido ensordecedora. En Gaza no se pronuncia la palabra paz.

Lo que en Occidente se entiende comúnmente por terrorismo, el ataque a civiles indefensos, aquí es un espeso sentimiento en suspensión animada, que encuentra su alma máter en la Universidad Islámica, institución fundada en 1978, cuando Israel jugaba al aprendiz de brujo, fomentando un islamismo que debilitara a la OLP de Yasir Arafat.

Ziad Abu Amar, director del Consejo Palestino de Relaciones Exteriores, dice que Gaza no solamente está aislada en lo material -falta de todo-, 'sino que vive en un aislamiento mental'. Estamos ante una retroalimentación constante de resentimiento, represión y venganza, que llega hasta a doler a los sentidos.

Rawya el Shawa, una dama de negro con algo de diva operística en la circunferencia del talle, es columnista, escritora y ariscamente crítica de la autoridad constituida. 'Ésta es una sociedad que ha adoptado la democracia sin ser democrática, y que por ello no genera información sobre sí misma. Lo que sabemos de lo que pasa nos viene de fuera. La Autoridad sólo maneja eslóganes y nunca verdadera información'. 'Mentiras', las llama sin ambages el psiquiatra Sarraj.

Y ésa es también la cantinela de tantos periodistas de los tres diarios, la radio y la TV oficiales de la Palestina autónoma. Una difusa autocensura encuentra su, a veces, cómoda justificación en los preceptos de la Ley de Prensa de 1995, tan interpretable como el Corán. Lo que no está prohibido suele resultar obligatorio.

El inicio de la frase es prácticamente el mismo en boca de la inmensa mayoría de los interlocutores. 'Condeno personalmente el terrorismo', 'Estoy en contra de los atentados terroristas', pero todo tiene un pero. Un dirigente de la televisión precisa que 'no se le puede negar a nadie el derecho a morir por la causa'. Y su colega del ramo del papel pide que 'la prensa occidental no les mate por segunda vez, después de que lo hayan hecho los israelíes silenciando nuestro caso. La ocupación lo explica todo. Los suicidas no son terroristas, sino luchadores de la libertad. No es posible desde aquí verlo de otra manera'. O, si acaso, como dice un tercero: '¿Tenemos los palestinos tanques o helicópteros, son nuestros F-16 los que atacan las instalaciones de la radio y la televisión israelí? ¿Quién ocupa a quién? Ése es el único criterio que vale'.

Isham Abdelazer, alto responsable de Fatah, célula madre del movimiento palestino y hoy ministro para los Presos -los 10.000 que llenan las cárceles de Israel-, es consciente de que esa no es, sin embargo, la imagen más conveniente de su pueblo.

'Los atentados cesarán cuando recuperemos nuestra tierra. Nuestra economía y nuestro destino están controlados por Israel, que no sólo mata, sino deporta y roba. ¿Por qué Francia podía tener su Resistencia contra el nazi y nosotros no contra el racismo sionista?

Mohamed Alzahrar, tupida barba, a tiro de cumpleaños de los 50, robusto como un viejo mosquetón, pose bíblica, integrista de libro, es el portavoz del brazo terrorista de Hamás en la franja. ¿En qué condiciones su movimiento estaría dispuesto a reconocer al Estado de Israel?

Desdeñoso casi: 'No caeremos en la trampa de contestar por anticipado. Cuando Israel deje de ocupar Palestina, definiremos nuestra posición'. ¿Pero bastaría quizá con volver a las líneas anteriores a la guerra de 1967? 'La ocupación israelí es ideológica, de principio, no de oportunidad. Negociando no recobraremos Palestina. Pero si América ataca Irak, las masas, a diferencia de la guerra de 1991, se alzarán extendiendo el conflicto a todo el mundo árabe. América tendrá entonces que reconsiderar su posición'. Innecesario preguntar quién cree que es el terrorista.

Esta Palestina quintaesenciada dentro de Palestina, el laboratorio del infierno que es la franja, inspira una genuina preocupación al israelí. Por sus calles pasea entre ancestral y desocupada la gran arma de un pueblo al que parece que ningún Dios ha elegido. El 60% de la población no pasa de 18 años, un 70% la forman refugiados, y su índice de crecimiento orilla el 4%. Cada embarazada es portadora de un misil de fabricación estrictamente nacional. Si el F-16 de los palestinos es el terrorista suicida -baja tecnología, alto poder destructivo-, estas madres son las productoras de repuestos para tan temible maquinaria.

Es notable que hoy palestinos y sionistas escruten con igual intensidad, aunque distintas razones, un futuro extrañamente convergente: el Apocalypse now de la guerra contra Irak. Los primeros, a la espera de sumergir por fin su lucha en una yihad contra el McWorld israelí y americano, y los segundos, ansiando que el más demoledor castigo caiga sobre el tirano de Bagdad.

La anunciada reforma de Arafat no llega en Gaza a chascarrillo. Rajid al Surani, abogado defensor de los derechos humanos, se ríe de unas elecciones legislativas y presidenciales previstas para enero de 2003. '¿De qué elecciones hablamos? ¿Cesará por ellas Sharon en el asesinato selectivo, la rapiña, el vandalismo? ¿Dejará de bombardear nuestras comisarías, de dinamitar nuestras cárceles? Pero no hay otra opción que aceptar el desafío. ¿No sabe el mundo que sólo pedimos el cumplimiento de las resoluciones de la ONU?'. Las que reclaman la retirada del Tsahal.

El jefe de los servicios de Espionaje, Amin al Hindi, asume la contienda: 'Tras el 11 de septiembre, la estrategia de Sharon consiste en bloquear toda solución política al conflicto, para valerse sólo de la vía militar'. Y Gaza no se muestra hoy en desacuerdo con esas intenciones.

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