Reportaje:

Moscú coquetea con el 'eje del mal'

Las amistosas relaciones de Rusia con Corea del Norte, Irak e Irán tensan las relaciones del Kremlin con Washington

La visita del líder norcoreano, Kim Jong Il, que terminó el viernes; los multimillonarios acuerdos con Irak, y la ampliación de la colaboración nuclear con Irán -ambos hechos recientes- demuestran la independencia de la política exterior que aplica el pragmático líder ruso, Vladímir Putin, pero al mismo tiempo cuestiona la alianza antiterrorista con EE UU, que no sólo se muestra preocupado por las amistosas relaciones del Kremlin con los países del eje del mal, sino que últimamente ha mostrado su furia y ha amenazado directamente a Moscú con problemas económicos si Rusia insiste en refo...

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La visita del líder norcoreano, Kim Jong Il, que terminó el viernes; los multimillonarios acuerdos con Irak, y la ampliación de la colaboración nuclear con Irán -ambos hechos recientes- demuestran la independencia de la política exterior que aplica el pragmático líder ruso, Vladímir Putin, pero al mismo tiempo cuestiona la alianza antiterrorista con EE UU, que no sólo se muestra preocupado por las amistosas relaciones del Kremlin con los países del eje del mal, sino que últimamente ha mostrado su furia y ha amenazado directamente a Moscú con problemas económicos si Rusia insiste en reforzar los lazos con esos regímenes que la Casa Blanca considera peligrosos para la paz mundial.

Una delegación de congresistas reiteró la preocupación de Estados Unidos
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El mismo día que Putin se entrevistaba con Kim en Vladivostok, en el Pacífico, Washington introducía sanciones contra Pyongyang por la venta de componentes de misiles Scud a Yemen. 'Con esto estamos diciendo al mundo que Corea del Norte está realizando una actividad ilícita y peligrosa', explicó un funcionario de la Administración norteamericana. Ese país, que EE UU incluye en el eje del mal, ha vendido tecnologías de misiles también a Pakistán e Irán. Además de las exportaciones norcoreanas de misiles, a Washington le preocupa el programa nuclear de Pyongyang y su numeroso Ejército -un millón de hombres- que mantiene desplegado principalmente cerca de la frontera con Corea del Sur.

Pero más que las relaciones rusas con Corea del Norte a la Administración de Bush le preocupa la ampliación de la colaboración con Irán e Irak. Moscú anunció hace poco un nuevo acuerdo con Teherán por el cual los rusos construirán al menos seis reactores nucleares en territorio iraní, cuatro en los alrededores de Bushehr, un puerto en el golfo Pérsico, y otros dos en Ahvaz, a 60 kilómetros de la frontera con Irak. El ministro estadounidense de Energía, Spencer Abraham, que visitó Moscú a principios de mes, dijo que en nombre del Gobierno de EE UU había 'insistido firmemente ante Rusia para que cese toda cooperación nuclear con Irán, incluida su asistencia en la construcción en curso del reactor de Bushehr'. La razón está clarísima para Washington, que no pone en duda que Teherán 'está tratando enérgicamente de crear armas nucleares y de destrucción masiva'. Por cierto, el viernes pasado, el mismo día del encuentro entre Putin y Kim, diplomáticos iraníes y rusos discutían en Moscú sobre la cooperación nuclear entre ambos países y 'el tema de la no proliferación'.

Una delegación de congresistas norteamericanos reiteró esta semana la preocupación de EE UU. 'Las relaciones ruso-norteamericanas han mejorado mucho el último año, y sería lamentable que éstas se enfriaran debido a los recientes acontecimientos', dijo el republicano Henry Hyde, presidente del comité de Exteriores del Congreso, refiriéndose a la extensión de la cooperación rusa con Irán e Irak.

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Pero lo que ha provocado la ira de EE UU es el acuerdo comercial a largo plazo con Irak por valor de más de 40.000 millones de euros. Donald Rumsfeld, el ministro de Defensa norteamericano, advirtió al Kremlin de que la ampliación del comercio con Irak marcará a Rusia como una amiga de los países terroristas y ahuyentará a los inversores.

'Cuando Rusia decide hacer alarde de sus relaciones con países como Irak, Libia, Siria, Cuba o Corea del Norte, está enviando una señal al mundo de que piensa que tener negocios con países terroristas es bueno', señaló Rumsfeld el pasado jueves.

Moscú, que se opone categóricamente a una operación militar para derrocar al régimen de Sadam Husein, trata de restar importancia a la preocupación norteamericana y da a entender que no piensa sacrificar sus pingües negocios para satisfacer a Washington. El Kremlin insiste en que su cooperación nuclear con Irán es exclusivamente pacífica y que la construcción del reactor en Bushehr está bajo el control del Organismo Internacional para la Energía Atómica. En cuanto a los negocios con Bagdad, Rusia asegura que éstos no violarán el régimen de sanciones contra Irak. Sea como fuere, está claro que las relaciones con los países del eje del mal están ensombreciendo las relaciones entre Washington y Moscú, y precisamente este tema será el principal que tratarán el ministro de Exteriores y Defensa, Ígor y Serguéi Ivanov, en su visita a la capital norteamericana el próximo mes.

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