Crítica:COMER

Los sabores contemporáneos de la cocina cántabra

CENADOR DE AMÓS, el local del 'chef' Jesús Sánchez en Villaverde de Pontones

Se cumplen ahora más de nueve años desde que el joven Jesús Sánchez empezase a abrir senderos inéditos en la cocina cántabra tradicional. Catapultado por el encanto de esta preciosa casona montañesa del siglo XVIII, y con el apoyo de los conocimientos que había adquirido en el restaurante El Molino, santuario de la nueva cocina cántabra en la época del desaparecido Víctor Merino, inició su andadura jugando con recetas de corte regional moderadamente evolucionadas. En sus propuestas, que incorporaban materias primas autóctonas, se apreciaban salsas ligeras y puntos de cocción reducidos.

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Se cumplen ahora más de nueve años desde que el joven Jesús Sánchez empezase a abrir senderos inéditos en la cocina cántabra tradicional. Catapultado por el encanto de esta preciosa casona montañesa del siglo XVIII, y con el apoyo de los conocimientos que había adquirido en el restaurante El Molino, santuario de la nueva cocina cántabra en la época del desaparecido Víctor Merino, inició su andadura jugando con recetas de corte regional moderadamente evolucionadas. En sus propuestas, que incorporaban materias primas autóctonas, se apreciaban salsas ligeras y puntos de cocción reducidos.

Casi dos lustros después, con mucha más experiencia y una técnica más depurada, sus recetas resultan más impersonales y ambiguas que antaño. Por extrapolación de casos semejantes, España se enfrenta a un problema grave que afecta al futuro de la alta cocina de autor. O nuestros profesionales retroceden sobre sus propios pasos para redescubrir las raíces culinarias de cada terruño, o la uniformidad y el aburrimiento se apoderarán de las fórmulas creativas. Aunque la cocina de Sánchez incorpora productos cántabros, se parece mucho a la de otros colegas del oficio. Igual que en tantos restaurantes catalanes o madrileños, las frutas tropicales campan a sus anchas en sus platos salados, el foie-gras de pato lo utiliza hasta la saciedad, el agua de vegetación de los tomates la convierte en rutinaria sopa fría, los calamares los corta en tiras para formar falsos tallarines, y el pichón y las consabidas tripas de bacalao son una constante de rigor. Hechas estas salvedades, hay que reconocer que en Cenador de Amós se come bastante bien. No está mal la sopa de mango, a pesar de que la fruta anula las vieiras troceadas; es correcto el bocado de foie-gras con mermelada de café; saladas en demasía las anchoas de Cantabria; soberbio el tartar de bonito con aguacate y mango; suculentas las falsas croquetas de carabineros, y muy sabrosos los callos de bacalao.

CENADOR DE AMÓS

Villaverde de Pontones (Cantabria). Teléfono: 942 50 82 43. Cierra domingos noche, y en verano, lunes. Precio: entre 35 y 55 euros. Menú corto, 36. Menú largo, 45. Sopa de mango con vieiras y mújol, 10. Solomillo de bacalao asado con harina de setas, 17,50. Pan ... 5 Café ... 6 Bodega ... 6,5 Ambiente ... 8 Servicio ... 6,5 Aseos ... 7

Si el timbal de huevo frito no es glorioso es por culpa de la irritante insipidez de la trufa de verano. En cambio, el lomo de bacalao con setas y el pichón asado son dos platos de nivel. Al revés que las colas de cigalas con patatas, que se malogran con un taco de foie-gras que no tiene cabida ni con calzador.

POSTRES, MENÚS, BODEGA Y LICORES

PARA COMER en esta casa, lo mejor es elegir alguno de sus dos menús degustación: el corto (36 euros) o el largo (45 euros), ambos muy bien estructurados. El apartado goloso es uno de los capítulos más sólidos de Cenador de Amós. Lo componen postres modernos, bien concebidos, basados en cremas de frutas mezcladas con frutos secos, chocolates en diferentes texturas, lácteos, sorbetes y helados, que se armonizan con sensatez. Lo demuestra la degustación de tres helados, que conjuga sabores dulces, ácidos y amargos. Es magnífico el pastel tibio de nueces de Macadamia y helado de caramelo; subyugante la nube de chocolate con crujiente de cacao y sirope de café, y poco interesante la tarta de yogur y frutas con sopa de turrón. La lista de vinos, que está bien sin ser relevante, contiene caldos de la mayoría de las denominaciones de origen españolas, pero resulta pequeña en comparación con otros tragos de sobremesa. Es deslumbrante su listado de whiskys de malta, en cuya relación figuran destilados de reserva con 14 y 18 años de vejez; muy atractivo el listado de rones caribeños, con las mejores marcas de Venezuela, Cuba, República Dominicana y la isla Trinidad, y muy interesante su relación de vinos dulces. Como colofón, su cava de cigarros habanos de las mejores marcas.

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