Reportaje:

Las 'conclusiones' de los payasos

Dos payasos entran en la sala. No es el circo ni el teatro. Es un congreso. Puede ser de medicina, de la ampliación de la Unión Europea o de Educación. A los congresistas se les llena la cara de asombro. ¿Esto está preparado? ¿Vendrán a boicotearnos? ¿Qué quieren reivindicar?, se preguntan. Pero enseguida asoman las sonrisas en cuanto los presentes se dan cuenta de que las conclusiones del congreso van a correr a cargo de los payasos.

Más o menos, de esta forma son recibidos los llamados clownclusionistas, los payasos que en 10 o 15 minutos resumen con 'un humor que sale del cora...

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Dos payasos entran en la sala. No es el circo ni el teatro. Es un congreso. Puede ser de medicina, de la ampliación de la Unión Europea o de Educación. A los congresistas se les llena la cara de asombro. ¿Esto está preparado? ¿Vendrán a boicotearnos? ¿Qué quieren reivindicar?, se preguntan. Pero enseguida asoman las sonrisas en cuanto los presentes se dan cuenta de que las conclusiones del congreso van a correr a cargo de los payasos.

Más o menos, de esta forma son recibidos los llamados clownclusionistas, los payasos que en 10 o 15 minutos resumen con 'un humor que sale del corazón' los contenidos de los congresos o cursos a los que acuden. Así lo explica la clown Virginia Imaz, de la compañía Oihulari Clown, que a lo largo de esta semana, durante el curso de verano de la UPV El teatro como recurso educativo, ha alegrado todos los seminarios celebrados en el Palacio Miramar de San Sebastián.

El payaso actúa como 'actor social', acude a un foro donde no se le espera y hace de 'espejo crítico' de lo que previamente ha escuchado con atención. 'Un poco al estilo de los antiguos bufones, pero sin el resentimiento y la amargura del bufón, sino desde la inocencia y la ternura del juego clown', relata Imaz.

'Cuando nos encontramos ante políticos, diplomáticos, intelectuales, no venimos a meternos con ellos', asegura. 'Nos metemos con sus discursos, con la rigidez que a veces nos habita cuando hemos hecho de una causa nuestra vida'.

Los objetivos de los clownclusionistas son tres: desdramatizar, recordar y revelar. Prentenden 'quitar un poco de hierro' a los temas serios y dramáticos. Para eso 'recurrimos a las emociones', apunta Imaz. Y recuerda cómo se rieron los asistentes al curso sobre transplantes renales: 'Para los médicos es divertido que alguien se ría de su argot [por cierto, los clownclusionistas no entendían nada de la terminología utilizada], que ponga una nota de humor en algo tan angustioso como los transplantes'. 'Detrás del oficio y la técnica, hay gente latiendo y respirando, y ahí es donde llega el payaso con su inocencia y su poesía', comenta.

Los clownclusionistas escuchan 'como el que más' a los conferenciantes, porque al final tienen que resumir el contenido de la jornada. Pero lo hacen fijándose en todos los detalles: el vaso que se cae, el micrófono que falla, la persona que tiene un lapsus..., elementos que luego utilizan durante la parodia.

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La función iluminadora o reveladora es, si cabe, la más complicada: 'Depende de la lucidez o de lo espesos que estemos'. El juego, la improvisación, pueden derivar en una palabra o una frase que al oyente le resulta 'reveladora, le da pistas para seguir en su trabajo o le ilusiona o le hace pensar'. 'A ver si a la escuela le va a dar por humanizar a los humanos', se oyó, por ejemplo.

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