Crítica:EQUIPAJE DE BOLSILLO

Viajes paralelos para unas vacaciones

QuickBird no es el nombre de un jefe indio chiricahua o shawne, sino el de un satélite comercial que orbita a 450 kilómetros por encima de nuestras cabezas y que es capaz de fotografiar cualquier objeto mayor de 60 centímetros en la Tierra. Y, por si no fuera suficiente, los satélites militares captan todo lo que ose alzarse a más de diez centímetros del suelo. La afirmación del escritor Javier Reverte de que en este mundo ya no quedan espacios en blanco cobra así un valor cierto. En este planeta, donde una máquina todo lo ve, viajar ha perdido el carácter homérico que se aprecia en la ...

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QuickBird no es el nombre de un jefe indio chiricahua o shawne, sino el de un satélite comercial que orbita a 450 kilómetros por encima de nuestras cabezas y que es capaz de fotografiar cualquier objeto mayor de 60 centímetros en la Tierra. Y, por si no fuera suficiente, los satélites militares captan todo lo que ose alzarse a más de diez centímetros del suelo. La afirmación del escritor Javier Reverte de que en este mundo ya no quedan espacios en blanco cobra así un valor cierto. En este planeta, donde una máquina todo lo ve, viajar ha perdido el carácter homérico que se aprecia en la biografía de Magallanes de Stefan Zweig. Ya no existe el convencimiento de que detrás de cada esquina, con el personaje más gris, podemos vivir una experiencia inolvidable, como sucede en El tren (Tusquets), de George Simenon: odisea desquiciada en la Francia ocupada por los nazis, donde tanto valen las personas como los paisajes por los que transitan.

Pero si de recuperar la emoción por el pequeño descubrimiento se trata, lo mejor es recurrir a En los mares del sur, de Stevenson (1850-1894). Una obra que recuerda a las primeras crónicas de las Indias en lenguaje directo de Bartolomé de las Casas. La gran virtud de Stevenson es hablar de unas gentes diferentes. Páginas donde lo antropológico sirve de guía de comportamiento. Asunto que impregna el resto de su obra, ya sea en Viajes por Hawai, De praderas y bosques... Por la vida y el paisaje de Indonesia en la década de los noventa discurre Un imperio de Oriente (Península), del veteranísimo Norman Lewis, mientras Peter Matthiessen recrea en Los silencios de África (Península) sus andanzas en la sabana de Senegal, Gambia...

Sin complicidad que valga con los que se cruzan en su camino, Paul Theroux (1943) -autor de La costa de los mosquitos, de fallida adaptación al cine por Peter Weir- ha conseguido en Las columnas de Hércules una personal crónica periodística en la que sólo confía en su poder de observación y donde las anécdotas de la singladura van revelando el carácter mediterráneo. Similar en el plantemiento es Desde el Monte Santo. Dietario del peregrinaje desde las costas del Bósforo hasta Egipto que William Dalrymple, maniático de las notas en sus viajes, emprende guiándose de los escritos de dos monjes del siglo VI. En La Patagonia, Bruce Chatwin (1940-1989) es de esos que se toma las cosas de manera personal y, pese a sus lazos familiares, no permite dudas sobre su objetividad. La historia de una pretendida piel de brontosaurio da pie a una marea de personajes cada uno con su versión de este apartado lugar del mundo. Un clásico.

Estados Unidos es siempre un valor seguro. Su cultura y paisajes no por populares pierden interés. En América, América, el periodista Xavier Moret (Barcelona, 1952) pasea en coche al lector por la nostalgia y los nuevos mitos estadounidenses. Un entretenido relato mezcla de literatura, cine, música y televisión que pone a prueba los conocimientos del lector y, como uno de esos juegos de preguntas, bien podría haberse titulado 'América, América de 0 a 99 años'.

Cambia radicalmente de registro Viajes y viajeros, de Virginia Woolf (1882- 1941) -con prólogo de la poeta Marta Pessarrodona-, un libro lleno de humor que retrata con prosa adjetiva las andanzas de Woolf por Inglaterra, Europa y España. No estamos ante un cuaderno de viajes en el sentido más estricto. Sí, la autora recorre Europa, pero a través de la música y de páginas que no son las suyas. Otro tipo de viaje es el que descubre Exceso de equipaje, de Juan Cruz (Puerto de la Cruz, 1948), donde comparte con el lector sus impresiones de lugares o momentos que dan fe de una inquietud viajera.

Páginas, como el resto, que inducen a pensar que los viajes plantean preguntas que siempre se resuelven a posteriori. Que la forma de percibir lo conocido cambia con cada palmo recorrido y con las personas que se cruzan en el camino. Lo dijo Stevenson: 'Si he de vivir aún días suficientes, espero pasarlos allí donde el ser humano tuvo interés para mí'.

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