Crítica:

El cofre del tesoro

Para el admirador de la literatura de José María Merino, la lectura de este libro poco usual constituye un gozo. Cada página, con escasas excepciones, constituye un motivo de deleite. Desde la primera en la que las tazas, las cucharas y los tenedores cambian de género y pasan a ser tazos, cucharos y tenedoras hasta la última de sólo tres líneas, una conversación entre Augusto Monterroso y Gregorio Samsa, en homenaje al famoso dinosaurio del primero, muy graves cosas hemos leído y mucho hemos sentido y reflexionado.

El libro está constituido por cien textos que toman la apariencia de una...

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Para el admirador de la literatura de José María Merino, la lectura de este libro poco usual constituye un gozo. Cada página, con escasas excepciones, constituye un motivo de deleite. Desde la primera en la que las tazas, las cucharas y los tenedores cambian de género y pasan a ser tazos, cucharos y tenedoras hasta la última de sólo tres líneas, una conversación entre Augusto Monterroso y Gregorio Samsa, en homenaje al famoso dinosaurio del primero, muy graves cosas hemos leído y mucho hemos sentido y reflexionado.

El libro está constituido por cien textos que toman la apariencia de una serie de anotaciones apuntadas a lo largo de un año. Para que ello quede bien claro aparecen de trecho en trecho una serie de piezas bajo el título 'Del almanaque', dedicadas a cada uno de los meses del año con comentarios acerca de mitos, leyendas y costumbres de cada periodo. Por lo demás, los diferentes escritos forman una silva de varia lección de larga tradición literaria con cuentos breves e historias mínimas, pequeños ensayos, alguna que otra confesión personal, leves esbozos de tipo poético, comentarios acerca de la propia creación literaria y todo lo que ustedes quieran. La ficción y la realidad magníficamente ensambladas forman un conjunto que enamora al lector desde el primer momento. Tienen su lugar el realismo y la observación del mundo circundante, la fantasía y la ciencia-ficción, la recreación del pasado literario y la evocación de la infancia y el comentario crítico del presente. Entre los asuntos de actualidad, hay diversas referencias a la situación bélica de los Balcanes, un texto irónico sobre la enseñanza y una exposición del dramático caso de Ramón Baglietto, asesinado por ETA, por alguien al que él había salvado la vida de niño, que está entre lo mejor del libro.

DÍAS IMAGINARIOS

José María Merino Seix Barral. Barcelona, 2002 250 páginas. 16,26 euros

Un tema recurrente es el de

la propia literatura y de cómo ésta invade la vida cotidiana y se confunde con ella, cuestión central de toda la obra de Merino. El hombre, dice el autor, sólo llega a ser tal cuando deviene homo narrans. La literatura es sueño, es memoria y es olvido, es la única posibilidad de salvar la ineluctable dirección de la flecha del tiempo como se dice en un comentario en que sale a relucir Stephen Hawking. La ciega confianza en la literatura se muestra en un texto titulado 'Del narrador perplejo', en el que después de una serie de preguntas que presuponen el predominio actual de lo audiovisual un repentino giro final vuelve a situar la apuesta definitiva en el terreno literario. En otro momento, la relación entre Scheherazade y el rey Schariar se plantea como una metáfora de la relación entre el autor y el lector. Sobre Borges, siempre presente, aparece un apartado admirable en relación con El Quijote. Merino examina con elegancia y penetración la relación entre Cervantes y Borges, con intervenciones de Paul Groussac, Avellaneda, el autor del falso Quijote, y el muy oportuno Menéndez y Pelayo, y llega a una conclusión apreciable sobre cómo Borges utilizó la obra de Cervantes.

Numerosos autores comparecen directamente citados o graciosamente sugeridos a lo largo del libro. Así para hablar del tan meriniano tema del doble sale a relucir La sombra, de Andersen, bajo un título de Lovecraft (La sombra en el umbral), 'Después del accidente' recrea en pocas líneas el inmortal cuento de Cortázar 'La noche boca arriba', 'La aventura soñada' (así lo son siempre las verdaderas) es un texto puesto bajo la advocación de Stevenson, y en otro relato descubrimos al final que se trata de una muy aguda ilustración de La metamorfosis, de Kafka.

Finalmente, creo que el emocionante fragmento 'El cuento del mar' puede considerarse la síntesis más acabada del sentido del libro. Homenaje a las islas literarias creadas por tantos autores admirados con el dilatado mar como escenario simbólico, un texto que Merino convierte en celebración del arte literario porque 'el mar es un cuento que nunca concluye'. El lector ha hallado el cofre del tesoro en el que los diamantes son las palabras.

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