Aumentan los viajeros de Tarragona y Girona que van a trabajar cada día en tren a Barcelona

Cataluña ha encogido sus distancias. Trenes y autopistas permiten hoy vivir en la segunda corona del área de influencia de Barcelona y trabajar en la ciudad. Y permiten también trabajar en Barcelona y dormir en Girona, en Reus, en Tarragona, incluso en Figueres. Cada año se realizan 5,5 millones de viajes, realizados mayoritariamente por hombres de edades comprendidas entre 25 y 45 años, que utilizan el tren por la mañana para ir a trabajar y vuelven en tren por la noche a casa tras haber recorrido más de un centenar de kilómetros en cada dirección.

El 18 de octubre de 1992 Renfe puso e...

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Cataluña ha encogido sus distancias. Trenes y autopistas permiten hoy vivir en la segunda corona del área de influencia de Barcelona y trabajar en la ciudad. Y permiten también trabajar en Barcelona y dormir en Girona, en Reus, en Tarragona, incluso en Figueres. Cada año se realizan 5,5 millones de viajes, realizados mayoritariamente por hombres de edades comprendidas entre 25 y 45 años, que utilizan el tren por la mañana para ir a trabajar y vuelven en tren por la noche a casa tras haber recorrido más de un centenar de kilómetros en cada dirección.

El 18 de octubre de 1992 Renfe puso en marcha el servicio ferroviario de las nuevas unidades del Catalunya Express. En aquel tiempo, el público esencial de estos trayectos estaba compuesto por jóvenes estudiantes y unos pocos asalariados, con edades comprendidas entre 16 y 35 años, que se desplazaban hasta Barcelona y volvían por la noche a la casa familiar. Con el paso del tiempo ha cambiado sustancialmente el pefil del usuario que hoy utiliza estos trenes. Los universitarios ya no son el principal colectivo. Ahora predominan los hombres de negocios, los que ejercen profesiones liberales y los profesores universitarios.

Algunos son posiblemente los mismos de hace 10 años. Con los estudios acabados, trabajan en la gran ciudad pero mantienen la residencia en Girona, Tarragona o las ciudades de su entorno inmediato, y realizan el viaje en tren cada día. Aparte de las vinculaciones afectivas, el precio de la vivienda es uno de los factores que influyen a la hora de elegir el lugar de residencia.

En 1992, Renfe ofrecía diariamente 22 trenes del Catalunya Express. Los de mayor demanda eran los cinco que circulaban en cada sentido entre Tarragona y Barcelona. Tres de ellos se prolongaban hasta Reus y otros dos a Tortosa. El trayecto Barcelona-Figueres estaba cubierto por cuatro servicios en cada sentido. Ese año transportaron un total de 2,1 millones de pasajeros. La empresa percibió rápidamente la potencialidad de crecimiento del servicio y fue ampliando la oferta. En 1995 el Cataluña Express realizaba ya un total de 37 servicios diarios; en 1996, de 42; en 1999 pasaron a ser 55. Hoy son 61. De ellos, 27 cubren la línea Figueres-Barcelona y 29 la de Barcelona-Tarragona, con prolongaciones a Reus y otras poblaciones. El total de usuarios de estas líneas rondó el pasado año los 5,5 millones.

El personal que usa los trenes de Catalunya Express tiene comportamientos muy similares. Utiliza el tren no menos de tres veces por semana (en ambos sentidos), preferentemente entre el lunes y el viernes. No es, en cambio, un viajero vacacional y su presencia cae en los meses veraniegos y en los fines de semana. Sus desplazamientos tienden a concentrarse entre las 8.00 y las 10.00 horas en dirección a Barcelona. El retorno a los hogares es mucho más escalonado. Los primeros que vuelven lo hacen a partir de las 13.30 horas y un bloque importante lo hace entre esa hora y las 15.00, aunque la mayoría retorna a casa en la franja horaria comprendida entre las 18.00 y las 20.30 horas. En algunas líneas estos viajeros se conocen lo suficiente entre sí como para mantener charlas animadas, aunque éstas se desarrollan más en el viaje de la tarde que en el de la mañana, cuando los pasajeros aprovechan el trayecto para leer diarios o documentos y material relacionados con su trabajo. Hay incluso un grupo de pasajeros de la línea de Girona que ha organizado un campeonato de butifarra en el trayecto. Este viajero recibe el nombre de commuter y, en términos generales, ha sido ganado por el tren en detrimento de la carretera, ya que antes sus desplazamientos los hacía en coche. Aunque, en realidad, lo que ha cambiado entre los usuarios del tren es la percepción de la distancia. Hace años, si una persona recibía una oferta de un trabajo situado a 100 kilómetros de su casa tendía a rechazarla o a trasladar su residencia familiar. Hoy, preferentemente utiliza el tren para desplazarse y seguir viviendo en su pequeña ciudad o población. En verano, las cosas cambian. Los pasajeros que frecuentan estos trenes son, predominantemente, residentes en Barcelona que tienen una segunda residencia en las localidades de Salou, Altafulla, Torredembarra y otras de la costa catalana. Muchos de ellos permanecían antes en la ciudad de lunes a viernes y ahora se desplazan cada día en tren al lugar de veraneo donde se encuentra la familia.

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