Columna

Nuevos señores para RTVV

Propiciar no es un verbo sinónimo de privatizar, pero en los usos políticos vigentes equivale a su antesala, a modo de trámite inevitable. Los gobiernos liberales -y los de cuño socialdemócrata aprendieron lo suyo- son unos excelentes propiciadores de servicios y patrimonio de titularidad pública. Nadie como ellos para nutrir o desnutrir, capitalizar o su contrario -lo que convenga para el trance- una parcela de la Administración a fin de suscitar el interés de los posibles adjudicatarios privados, obviamente. Tanto se propicia que cualquiera de estos días -o de la próxima legislatura, que est...

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Propiciar no es un verbo sinónimo de privatizar, pero en los usos políticos vigentes equivale a su antesala, a modo de trámite inevitable. Los gobiernos liberales -y los de cuño socialdemócrata aprendieron lo suyo- son unos excelentes propiciadores de servicios y patrimonio de titularidad pública. Nadie como ellos para nutrir o desnutrir, capitalizar o su contrario -lo que convenga para el trance- una parcela de la Administración a fin de suscitar el interés de los posibles adjudicatarios privados, obviamente. Tanto se propicia que cualquiera de estos días -o de la próxima legislatura, que está al caer- la Generalitat habrá de someterse a una cura de su anorexia, a fuer de tan delgaducha y esquilmada como va quedando.

El presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, acaba de diagnosticar que a RTVV le está llegando el momento propicio para privatizar su gestión y acabar así con el déficit económico creciente que conlleva. El novedoso anuncio ha sorprendido en paños menores a los mismos diputados comisionados desde remotos tiempos para estudiar en el seno de las Cortes otras formas de gestión del citado ente. Suponemos que a partir de ahora se les relevará de tan morosa dedicación. La forma de gestión será la que elijan los señores adjudicatarios, peritos en productividad y rentabilidad. A mucha gente del centro emisor de Burjassot no le llega la camisa al cuerpo, y no les falta motivo.

El mentado aviso y la perentoriedad de su ejecución no debería chocarnos. La legislatura boquea y esta innovación mediática constituye un compromiso programático del partido que prima en la Generalitat, como nos acaba de recordar un portavoz del PP. Ni tampoco escandalizarnos que esta perla de la corona autonómica caiga en manos privadas. Al fin al cabo, nunca se gestionó con criterios de interés público general y acordes con el artículo segundo de la ley que la creó en 1984. Ya se sabe, eso de la veracidad, imparcialidad, respeto al pluralismo y etcétera. En realidad, RTVV siempre ha sido la radio y televisión del partido que gobierna.

Verdad es que, a pesar del despropósito financiero, el desmadre de algunos de sus contenidos, de la abdicación informativa e incluso de su traición a los fines culturales que justifican su existencia, RTVV ha sido y es decisiva para la recuperación del valenciano. ¿Seguirá siéndolo? ¿Sus próximos gestores cargarán en la cuenta de explotación el costo de usar dignamente la lengua autóctona y apaleada del país? Pues lo dudo. Baste recordar que los sucesivos gobiernos, con mayorías absolutas, han sido taimados a la hora de apostar por esta finalidad esencial. No obstante, abramos un crédito de confianza a los gestores que resulten agraciados. ¡Qué remedio!

Anotado está que la privatización en ciernes era un deber de obligado cumplimiento y que el PP, así lo recalca, siempre cumple. Me pregunto, sin embargo, por la posibilidad de una moratoria parcial en esta operación de desguace que hubiese permitido conservar la gestión y promover la influencia de la radio autonómica. ¿Había de entrar todo en el mismo fardo? Al parecer, sí. Unos y otros siempre han querido una radio autonómica subalterna y enclenque. Nunca supe si esta voluntad era fruto de la ignorancia o de la perversidad.

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