Columna

Ya está bien

El ministro de Trabajo, Juan Carlos Aparicio, ha hecho lo que todos los que desde siempre se han equivocado al hablar de una Andalucía 'sumida en la indolencia' demostrando al manifestarse de esa manera que no ha dedicado mucho tiempo a conocer la realidad de los movimientos jornaleros, o por no ir más lejos, del millón de personas que en el siglo XX salieron de Andalucía en busca del trabajo y la vida que le negaba en su tierra un capital, este sí, indolente y carente de sentido emprendedor.

Los andaluces nunca han sido indolentes, y ya hubieran querido para ellos una burguesía haciend...

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El ministro de Trabajo, Juan Carlos Aparicio, ha hecho lo que todos los que desde siempre se han equivocado al hablar de una Andalucía 'sumida en la indolencia' demostrando al manifestarse de esa manera que no ha dedicado mucho tiempo a conocer la realidad de los movimientos jornaleros, o por no ir más lejos, del millón de personas que en el siglo XX salieron de Andalucía en busca del trabajo y la vida que le negaba en su tierra un capital, este sí, indolente y carente de sentido emprendedor.

Los andaluces nunca han sido indolentes, y ya hubieran querido para ellos una burguesía haciendo país, como lo hicieron la catalana o la vasca, pero no fue así y por eso muchos miles tuvieron que desarraigarse. Se le puede preguntar a quienes han compartido trabajo en fábricas de Alemania o Cataluña sobre los trabajadores andaluces, escrito lo cual debo decir que hasta hacerlo, es decir intentar un a modo de explicación, me parece injusto.

El ministro de Trabajo, sencillamente, se ha pasado. Está en su derecho de defender la reforma del PER que pretende el Gobierno, está en su derecho de intentar hacernos creer que el Gobierno pretende una reforma que va a beneficiar a los trabajadores del campo; como están en su derecho de denunciar que todo eso no es así, los que opinan que el gobierno lo único que quiere es acabar con el PER, sin más contemplaciones. Todo eso es juego político, dicho sea lo de juego sin el más mínimo animo peyorativo, pero lo que no es juego, ni es político, es ofender y el ministro ha ofendido a Andalucía, es decir a los andaluces, que ni son indolentes ni tienen por qué aguantar que un ministro diga cosas sobre ellos que no se atrevería a decir de ningún otro ciudadano español. Debe rectificar.

No es bueno alimentar la injusta fama de subsidiada que ocultos y no tan ocultos intereses propagaron sobre Andalucía. Si quiere el ministro, le recordamos desde Andalucía los miles de millones de ayudas a las compañías eléctricas y otras hazañas económicas y proteccionistas del Gobierno, y si no, pues mejor que, como le ha pedido el presidente Manuel Chaves, rectifique, porque ya está bien...

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