El segundo intento

¿Se atreverá el Gobierno a reabrir la guerra de religión, como apunta la reforma avanzada por la ministra Del Castillo? Los obispos llevan años reclamando a Aznar que eleve la categoría de la asignatura de catolicismo y endurezca los contenidos de su alternativa, pero lo anunciado ayer choca de frente con la doctrina del Tribunal Supremo, dictada no en una sino en dos sentencias, de enero y julio de 1994.

El Supremo dio entonces cerrojazo a las pretensiones episcopales de imponer la ética como alternativa con un argumento inesperado para los recurrentes confesionales: los ...

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¿Se atreverá el Gobierno a reabrir la guerra de religión, como apunta la reforma avanzada por la ministra Del Castillo? Los obispos llevan años reclamando a Aznar que eleve la categoría de la asignatura de catolicismo y endurezca los contenidos de su alternativa, pero lo anunciado ayer choca de frente con la doctrina del Tribunal Supremo, dictada no en una sino en dos sentencias, de enero y julio de 1994.

El Supremo dio entonces cerrojazo a las pretensiones episcopales de imponer la ética como alternativa con un argumento inesperado para los recurrentes confesionales: los discriminados por esa asignatura alternativa 'importante' serían precisamente los alumnos religiosos, no los que prefirieran la ética, al hurtarse a aquellos el aprendizaje de una materia necesaria para su formación, que se perderían porque ambas asignaturas -religión o ética-, al ser alternativas una de otra, se imparten a la misma hora.

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Otra razón para dudar sobre el futuro de la propuesta conocida ayer es la necesidad de consenso y permanencia que parece exigir la reforma, según el deseo reiterado por los prelados. En 1999, el entonces ministro de Educación, el hoy vicepresidente Rajoy, intentó ya algo parecido [llegó a tener un borrador de decreto], pero sus deseos chocaron sin remedio con la oposición radical de amplios sectores políticos y sindicales. Y no hubo más.

El cardenal Antonio María Rouco sostiene que la religión es una disciplina científica, equiparable a las matemáticas, por ejemplo. Lo cierto es que la religión se enseña en la escuela pública de manera confesional, como catequesis, a cargo de profesores seleccionados por los obispos sin contemplaciones laborales y para cada curso escolar. Elevar un rango académico y curricular en esas condiciones de polémica resultará complicado hasta para un gobierno que parece estar bien dispuesto a intentarlo.

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