Reportaje:

El miedo desfigura Elorrio

El clima de coacción impuesto por el entorno de Batasuna altera la vida de la localidad vizcaína

El miedo se ha cobrado tres nuevos concejales en el País Vasco. El clima de intimidación y el terror ha vuelto a sacudir la normal actividad de otro ayuntamiento, donde a partir de ahora la Ertzaintza velará en los plenos por la integridad física de los ediles, los que no son de Batasuna, por supuesto. Esto ocurre en la localidad vizcaína de Elorrio (7.450 habitantes), señorial como ninguna otra, tradicional feudo del PNV, donde el control municipal por parte de Batasuna en la última legislatura ha ido acompañado de un grave deterioro de la convivencia, ante el silencio resignado de la poblaci...

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El miedo se ha cobrado tres nuevos concejales en el País Vasco. El clima de intimidación y el terror ha vuelto a sacudir la normal actividad de otro ayuntamiento, donde a partir de ahora la Ertzaintza velará en los plenos por la integridad física de los ediles, los que no son de Batasuna, por supuesto. Esto ocurre en la localidad vizcaína de Elorrio (7.450 habitantes), señorial como ninguna otra, tradicional feudo del PNV, donde el control municipal por parte de Batasuna en la última legislatura ha ido acompañado de un grave deterioro de la convivencia, ante el silencio resignado de la población.

El martes de la semana pasada, los tres concejales independientes presentaron su dimisión irrevocable y todos los integrantes de la lista renunciaron a sustituirles. El 'ambiente de tensión' se les ha hecho insoportable y tampoco están dispuestos a sufrir más 'presiones'. En el último pleno, el 27 de marzo, el edil independiente Eduardo Sardón fue agredido con el palo de una pancarta por un joven radical sin que el alcalde, Nicolás Moreno, de Batasuna, hiciera nada por evitar el acoso a los concejales de la oposición. El vaso de la resistencia colmó. Ese día, el único representante del PP, Eduardo Andrés Ricoy, sustituto reciente de otro compañero que dimitió, tuvo que salir de nuevo escoltado por la policía vasca ante los abucheos e insultos de una treintena de extremistas. '¿Cómo podemos sentarnos en un pleno en el que nos agreden física y verbalmente mientras el alcalde responde tímidamente y lanza cantos de sirena y alegatos a favor de la libertad de Expresión?', se preguntaba en un comunicado Susana Rupérez, la portavoz de Elorrioko Independienteak (EI).

A veces duelen más las reacciones políticas que el golpe mismo. El PNV, que perdió el poder municipal por los independientes, no ha tenido reparo alguno en calificarles de cobardes, porque, según el presidente de la organización municipal, Carlos Ibarrondo, los ediles peneuvistas 'han soportado tantas o más presiones' de los violentos. El alcalde de Batasuna, por su parte, les ha tachado de irresponsables y falsas víctimas, porque 'las amenazas las sufrimos todos', en alusión a la posible ilegalización de su partido y la reciente detención de jóvenes proetarras en la localidad. Con la marcha de los independientes, la corporación queda reducida a cuatro concejales de Batasuna, cuatro del PNV-EA, uno del PSE (desautorizado por su partido) y otro del PP.

'Es curioso que un pueblo carlistón y conservador de siempre, donde HB no ha tenido históricamente mucho peso, se haya transformado de esta manera', comenta un vecino. 'Ha cambiado incluso su fisonomía', dice expresando bajo el anonimato lo que otros muchos conciudadanos prefieren callar. El miedo lleva al silencio, y este se ha hecho habitual en el pueblo.

El conjunto del casco urbano de Elorrio está declarado por el Gobierno vasco monumento histórico-artístico. Su riqueza arquitectónica, sin embargo, aparece deslucida por numerosas pintadas y pancartas con vivas a ETA, a favor de los presos etarras y en contra de la tortura o del juez Garzón. 'Nuestros hijos ven a diario paneles con fotografías de condenados por delitos de sangre elevados a la categoría de héroes y juegan a pelota al lado de una pintada gigante que dice 'ETA, herria zurekin' [ETA, el pueblo está contigo]', se queja un padre de familia.

'Fuera de aquí'

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Un pueblo turístico y acogedor recibe ahora a sus visitantes con la inscripción 'Alde hemendik' (Fuera de aquí) escrita con letras enormes y dirigida a las fuerzas de seguridad. No es casual que durante la pasada Semana Santa el otrora tranquilo Elorrio fuera escenario de una acampada político-festiva en la que participaron más de tres mil jóvenes del entorno de Batasuna y de grupos independentistas y radicales de otros puntos de España.

Para un observador local, estos hechos atestiguan que la localidad 'ya no es lo que era'. En ello coincide el peneuvista Ibarrondo, aunque éste, para restar dramatismo a la situación, añade que 'plenos con incidentes hay en muchos pueblos de Euskal Herria'. El progresivo deterioro de la convivencia en Elorrio, apuntan ambos, se inicia con la llegada a la alcaldía de EH en julio de 1999 y se agudiza tras la ruptura de la tregua de ETA. El PNV, que obtuvo el mismo número de concejales (4) pero 87 votos más que EH, perdió la alcaldía después de gobernar este municipio las cuatro legislaturas anteriores. La discutida gestión y el bronco talante del candidato peneuvista, José María Fernández de Arroyabe, alcalde entre 1991 y 1999, impulsó a llevó a Elorrioko Independienteak a castigar al PNV y dar la alcaldía a EH, a lo que colaboró también el clima que había abierto la tregua de ETA.

Por estos desencuentros más personales que políticos, Elorrio fue el único ayuntamiento vasco donde no se aplicó el Acuerdo de Estella entre los partidos nacionalistas. Sin embargo, el entendimiento entre Batasuna y los independientes se fue al traste hace un año y medio aproximadamente. Aunque se invocaron 'motivos municipales', la causa de la ruptura fue la falta de respuesta de Batasuna a la cadena de asesinatos y amenazas de ETA y desde entonces la formación abertzale gobierna en minoría con el apoyo disparatado del único concejal socialista, a quien su partido le retiró por ello la militancia en diciembre.

Para justificar su renuncia, los dimitidos aducen en un comunicado -han rehusado de forma terminante hablar- que 'el ambiente se ha enrarecido en los últimos años' y señalan que los 'insultos, provocaciones y amenazas' que sufrieron en el último pleno sólo son un ejemplo de los que reciben habitualmente. Otro tanto le sucede al edil popular Eduardo Andrés Ricoy cada vez que pisa el consistorio. Para el alcalde, en cambio, todo esto forma parte de una campaña orquestada con el fin de extender 'la imagen de inestabilidad que viven los ayuntamientos gobernados por Batasuna'.

Descartada una moción de censura

El PNV tiene tomada la decisión de no presentar una moción de censura contra el alcalde de Batasuna Nicolás Moreno. 'Para el poco tiempo que falta para las próximas elecciones municipales, no merece la pena', manifiesta Carlos Ibarrondo, responsable de la junta municipal peneuvista. Ibarrondo opta por relativizar la situación de emergencia que se ha creado en el Ayuntamiento. 'Cuatro años malos no van a ningún sitio en la historia de un pueblo', dice. El PNV tiene el mismo número de concejales que Batasuna, por lo que podría desplazarle de la alcaldía con el apoyo del edil del PP y la abstención del expulsado del PSE. Sin embargo, sus responsables han optado por 'ser coherentes con nuestro planteamiento' al comienzo de la legislatura: 'Seremos oposición hasta el final y con todas las consecuencias'. El PNV inicia ahora el proceso interno para confeccionar la candidatura, que estará cerrada en diciembre, asegura Ibarrondo. 'Vistos los últimos resultados (el PNV obtuvo el mismo día 400 votos más en los comicios forales que en los municipales), es posible que cambiemos de imagen y Arroyabe no concurra como cabeza de lista, aunque esta decisión está aún por tomar', asegura. Toda la oposición, los independientes incluidos, han criticado que Batasuna está gobernando desde la comisión de gobierno, por la falta de apoyos suficientes para sacar adelante sus proyectos en los plenos. 'La gestión está paralizada. No hay presupuestos aprobados y las comisiones están paradas', subraya la Susana Rupérez, de EI. 'El Ayuntamiento está bloqueado y el alcalde se limita a aplicar una política populista de subvenciones, porque es la única forma que tiene de gastar dinero', denuncia el peneuvista Ibarrondo.

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