Columna

De la 'V' a la 'R'

Se ha cerrado un primer trimestre en el que se han acumulado sorpresas positivas sobre el crecimiento de EE UU. La 'V' parece que ha triunfado, pero ahora surge la 'R' de riesgos. Aunque todo muestra que la economía se está acelerando en la primera mitad del año, existen algunos factores que inducen a dudar sobre la solidez de la recuperación.

En primer lugar, continúa la preocupación por la situación de la balanza por cuenta corriente, que presenta un déficit en máximos históricos. Ello evidencia que la demanda nacional ha mantenido una notable fortaleza, lo que supone un comportamient...

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Se ha cerrado un primer trimestre en el que se han acumulado sorpresas positivas sobre el crecimiento de EE UU. La 'V' parece que ha triunfado, pero ahora surge la 'R' de riesgos. Aunque todo muestra que la economía se está acelerando en la primera mitad del año, existen algunos factores que inducen a dudar sobre la solidez de la recuperación.

En primer lugar, continúa la preocupación por la situación de la balanza por cuenta corriente, que presenta un déficit en máximos históricos. Ello evidencia que la demanda nacional ha mantenido una notable fortaleza, lo que supone un comportamiento inusual en una fase de desaceleración de la actividad. Aunque la inversión privada ha experimentado un notable ajuste, después de que su peso en el PIB se incrementase de forma espectacular en la segunda mitad de los años noventa, éste ha sido prácticamente compensado por el resto de la demanda interior, esto es, por el consumo privado y el gasto público. Si, además, se tiene en cuenta el cambio en la financiación del déficit corriente, que está ahora más apoyada en la inversión financiera que en la directa, siendo la primera de carácter más volátil, y el notable endeudamiento de las empresas y familias, se puede explicar el temor a que el actual déficit exterior no sea sostenible en el tiempo.

La confianza de los inversores mundiales sigue siendo una de las claves para que la recuperación sea duradera

En segundo lugar, el aumento del precio del petróleo constituye un factor de preocupación adicional para las economías industrializadas por un doble motivo. Uno, directo, por el encarecimiento de los costes y por el temor a un embargo si se complica aún más el escenario de Oriente Próximo. Otro, indirecto, si un aumento de las presiones inflacionistas obliga a los bancos centrales a intensificar las subidas de tipos de interés, lo que podría provocar un deterioro de las expectativas de consumidores y empresarios, con los consiguientes efectos negativos sobre la demanda. Este factor de riesgo, que podría ser incluso más importante en la economía europea, puede afectar negativamente a las exportaciones estadounidenses. Con un dólar en niveles máximos desde 1986, cobra una especial importancia el comportamiento de la demanda exterior de la economía de EE UU. Si ésta no se recupera, se podría cuestionar seriamente la sostenibilidad de su déficit comercial. Ello constituiría no sólo una amenaza para la solidez de la recuperación americana, sino también, si se produjese una depreciación abrupta del dólar, para el resto del mundo.

En definitiva, aunque la recuperación de la actividad estadounidense ha comenzado, no parece estar exenta de riesgos. La confianza de los inversores internacionales en esta economía sigue siendo una de las claves para que la recuperación sea duradera.

Miguel Sebastián y David Taguas son del Servicio de Estudios del BBVA.

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