GUIÑOS

Zarautz de fiesta

Cuando llega la primavera Zarautz se viste de fiesta. El ayuntamiento y el Photomuseun organizan las Jornadas Fotográficas. La tradición de estos eventos viene de atrás, para encontrar los primeros vestigios habría que remontarse a las exposiciones universales que arrancaron su andadura en el siglo XIX. No obstante, puestos al día encontramos la dinámica expositiva multiplicada por cien. Las grandes exhibiciones del arte y la ciencia han dejado de espera diez o veinte años para presentar las nuevas realizaciones.

Por supuesto, las bienales también quedan largas. La producc...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Cuando llega la primavera Zarautz se viste de fiesta. El ayuntamiento y el Photomuseun organizan las Jornadas Fotográficas. La tradición de estos eventos viene de atrás, para encontrar los primeros vestigios habría que remontarse a las exposiciones universales que arrancaron su andadura en el siglo XIX. No obstante, puestos al día encontramos la dinámica expositiva multiplicada por cien. Las grandes exhibiciones del arte y la ciencia han dejado de espera diez o veinte años para presentar las nuevas realizaciones.

Por supuesto, las bienales también quedan largas. La producción es tan intensa y masiva que los acontecimientos de este tipo, especialmente en fotografía, siguen las estaciones del año, cuando no los meses, las semana o sencillamente los días. Las muestras públicas se suceden a la velocidad de la luz. Desafortunadamente no ocurre lo mismo con las innovaciones artísticas o, si quieren, llámenlas expresivas. Con frecuencia se cae en la reiteración y la influencia de la moda, faltan ideas e incluso la habilidad técnica para resolverlas. Parece estar todo marcado por las prisas y la recurrente globalización, por cierto dos temas que se podrían tratar desde el sosiego que ofrece la plaza de una aldea no global.

Entre los muchos acontecimientos fotográficos que se suceden a lo largo del año hay dos por los que siento especial predilección. Los Rencontres Internationales de Arles y las Argazkien Bilera de Zarautz. Encuentro en ellos el valor añadido de unas poblaciones reducidas donde todo se puede ver en un agradable paseo, sin tráfico apabullante, con unas coquetas terrazas donde charlar, contrastar opiniones con algunos de los amigos habituales e incluso comer excelentemente. Y no cabe duda que el arte es más arte cuando está presente en un entorno revitalizador.

En esta medida, se pueden disfrutar magníficamente de las cinco exposiciones presentes estos días en Zarautz. Puede arrancar el itinerario por Villa Manuela, donde el londinense afincado en Madrid Adrian Tyler presenta Fachadas advertidas. Son vistas de edificios en vista alzada que parecen no tener aristas. Paredes planas encajadas en un paisaje que se presentan frágiles y resaltando una geometría lineal sugerente. En la Galería Bidea, Daniel Yaniz (Bilbao, 1971) resuelve para la ocasión con unas singulares tomas realizadas en sus excursiones montañeras por Navarra. El contraste de las distintas regiones de este territorio se revela con un evidente preciosismo realzado por el color. En la Galería Zazpi está Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) con Fragua de Vulcano canta a la siderurgia de la Margen Izquierda de la Ría de Bilbao. Escapa de lo documental y se vuelca en una interpretación donde evoca distintos aspectos desde lo que podría entenderse como fotomontaje. Anna Malagrida ( Barcelona, 1970) en Interiores nos propone una reflexión sobre el hogar y sus gentes. Sin plantear soluciones, sus retratos de personajes absortos, ensimismados, nos hacen derivar a la pregunta ¿ en qué piensan? Un interrogante que el espectador debe responder en la medida en que se identifique con la situación.

Finalmente, Un fotógrafo alemán en la Guerra civil agrupa imágenes tomadas por Victor Horn, un militar germano que asentó su residencia en Reus desde los años veinte hasta su muerte en 1948. Su legado es muy extenso y la ocasión ha exigido una selección. Sus imágenes ayudan a desmitificar el papel de los héroes de guerra, no se centra en narrar gestas gloriosas, sencillamente muestra situaciones chocantes como en todas las guerras. El programa que se ofrece resulta acertado, y como todo mejorable, solo pide una mejor iluminación en algunas de las salas, mesas para debate, un buen catálogo y la intensa colaboración del resto de los pequeños taifas fotográficos del País Vasco, amén de las más altas instituciones.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En