SEIS MESES DESPUÉS DEL 11-S

Blair prepara a los británicos para un ataque contra Irak

El primer ministro británico, Tony Blair, empezó ayer a preparar a los británicos para una intervención aliada en Irak. Flanqueado por el vicepresidente de EE UU, Dick Cheney, que abrió en Londres una gira de 10 días por 11 países, Blair dijo que 'aún' no se ha tomado ninguna decisión, pero no dejó lugar a la duda: como en Afganistán, el Reino Unido intentará moderar en lo posible a EE UU, pero estará junto al aliado trasatlántico en lo que haga falta. 'Estoy orgulloso del papel jugado por Gran Bretaña y seguiremos trabajando junto a Estados Unidos para afrontar las amenazas', afirmó.

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El primer ministro británico, Tony Blair, empezó ayer a preparar a los británicos para una intervención aliada en Irak. Flanqueado por el vicepresidente de EE UU, Dick Cheney, que abrió en Londres una gira de 10 días por 11 países, Blair dijo que 'aún' no se ha tomado ninguna decisión, pero no dejó lugar a la duda: como en Afganistán, el Reino Unido intentará moderar en lo posible a EE UU, pero estará junto al aliado trasatlántico en lo que haga falta. 'Estoy orgulloso del papel jugado por Gran Bretaña y seguiremos trabajando junto a Estados Unidos para afrontar las amenazas', afirmó.

Pese a tan entusiasta apoyo, tanto Blair como Cheney intentaron ser cuidadosos para no generar al primero aún más problemas de los que ya tiene con el ala izquierda de su partido y algún miembro de su Gabinete, que recelan de una intervención militar en Irak. Aprovecharon, sin embargo, su rueda de prensa conjunta para reforzar ante la opinión pública europea el mensaje de que Irak es una amenaza y que tarde o temprano habrá que intervenir para acabar con el riesgo de un ataque con armas nucleares o químicas.

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Cheney aseguró también que el informe desvelado por Los Angeles Times sobre los países a los que apunta el arsenal nuclear de EE UU es 'un informe general al Congreso sobre el conjunto de nuestras capacidades'. 'Hoy en día nuestras armas nucleares no apuntan de manera permanente a ningún país', aseguró.

'No se han tomado decisiones sobre cómo hacer frente a esa amenaza', dijo Blair acerca de Irak, 'pero el hecho de que Sadam Husein y las armas de destrucción masiva que ha adquirido suponen una amenaza, eso es algo que está fuera de toda duda'. 'Ahora hay que reflexionar y deliberar' sobre cómo afrontar ese problema, añadió, intentando convencer al público de que la decisión no está sólo en manos de Washington. Y citó su visita en abril a EE UU como un momento oportuno para discutir el problema con Bush.

Pero en el ala izquierda del laborismo hay menos entusiasmo sobre el papel del Reino Unido. La participación de tropas británicas en una eventual intervención en Irak puede acabar dividiendo al laborismo. Más de 70 diputados han firmado ya una declaración en contra de un ataque a Irak y algunos cuestionan los logros de la guerra en Afganistán, donde ha caído el régimen, pero continúan los combates y no hay noticias del paradero de Osama Bin Laden.

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Una parte de la opinión pública recrimina también a Blair el desaire que le hizo Bush la semana pasada al decretar unas medidas proteccionistas en el sector del acero que van a poner en serios apuros a la siderurgia británica, mientras que las grandes beneficiadas por la decisión de Bush serán las siderurgias que posee en Indonesia, México y otros países en desarrollo el industrial indio Lakshimi Mittal, al que Blair apoyó decisivamente para que comprara una factoría en Rumania tras financiar con 125.000 libras (200.000 euros) al Partido Laborista.

Por otra parte, Bélgica ha propuesto el envío de Javier Solana o de una troika de la UE a Irak para tratar de persuadir a Sadam Husein de que autorice la entrada de los inspectores de desarme de la ONU, informa desde Bruselas Bosco Esteruelas.

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