THE ECONOMIST | REVISTA DE PRENSA

George Bush, proteccionista

Nadie se sorprendió, a pesar de las fingidas manifestaciones de extrañeza por parte de algunos, cuando George Bush anunció esta semana sus planes proteccionistas para la industria estadounidense del acero. (...) El hecho de que el presidente hiciera lo que todos esperaban que hiciera no hace esta decisión menos perjudicial ni menos estúpida.

Es importante recordar que el plan de aranceles del acero se aparta mucho del camino habitual de la mala política económica: es tan equivocado que casi hace buenos otros tipos de intervenciones destructoras de riqueza. (...) Bastante mal estaría que...

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Nadie se sorprendió, a pesar de las fingidas manifestaciones de extrañeza por parte de algunos, cuando George Bush anunció esta semana sus planes proteccionistas para la industria estadounidense del acero. (...) El hecho de que el presidente hiciera lo que todos esperaban que hiciera no hace esta decisión menos perjudicial ni menos estúpida.

Es importante recordar que el plan de aranceles del acero se aparta mucho del camino habitual de la mala política económica: es tan equivocado que casi hace buenos otros tipos de intervenciones destructoras de riqueza. (...) Bastante mal estaría que las cosas se pararan aquí. La política, tal como está ahora, empobrecerá a la mayoría de los estadounidenses obligándoles a pagar más por su acero. Excepto a corto plazo, hará poco por ayudar a la gente a la que se supone que tiene que ayudar, es decir, a los trabajadores de otros sectores de la industria del acero estadounidense que no pueden competir con los proveedores extranjeros. (...)

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Pero el mal no acaba ahí. Europa espera ahora enfrentarse a un aumento en las exportaciones del acero, y tendrá que adoptar el mismo remedio autodestructivo. El perjuicio alcanzará una escala global, posiblemente extendiéndose a otros tipos de comercio, y gran parte del coste terminará repercutiendo sobre los países en desarrollo. A los líderes europeos y estadounidenses les encanta predicar el libre comercio a los ignorantes gobernantes del mundo no desarrollado, y nunca se cansan de prometer un mejor acceso a sus propios mercados. Bonitas palabras.

Londres, 7 de marzo

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