El 45% de los delitos en zona rural se concentra en siete provincias del arco mediterráneo español

El crimen organizado y los grupos mafiosos han traído un aluvión de delincuentes extranjeros

El incremento de los índices de delincuencia ofrece un dato sorprendente: en la España rural (13%) sube más que en la urbana (9%). Los analistas de la Guardia Civil venían observando una tendencia creciente en los últimos años, pero reconocen que en 2001 esa tendencia se ha disparado a causa de dos fenómenos: la delincuencia organizada, es decir, el gran delito, y el pequeño delito. El problema se limita a siete provincias -el denominado arco mediterráneo: Tarragona, Castellón, Valencia, Alicante, Murcia, Almería y Baleares-, donde se concentra el 45% de los delitos.

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El incremento de los índices de delincuencia ofrece un dato sorprendente: en la España rural (13%) sube más que en la urbana (9%). Los analistas de la Guardia Civil venían observando una tendencia creciente en los últimos años, pero reconocen que en 2001 esa tendencia se ha disparado a causa de dos fenómenos: la delincuencia organizada, es decir, el gran delito, y el pequeño delito. El problema se limita a siete provincias -el denominado arco mediterráneo: Tarragona, Castellón, Valencia, Alicante, Murcia, Almería y Baleares-, donde se concentra el 45% de los delitos.

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En esta parte de España, el ratio de infracciones penales por 1.000 habitantes se dispara: 63, cuando la media nacional es de 48. Hay una conclusión rotunda: el crimen organizado y los grupos mafiosos son ya operativos en España y han traído un aluvión de delincuentes extranjeros, que empiezan a contar con ayuda de españoles. Y bajar los índices de delincuencia no será cuestión de un año porque integran un fenómeno europeo.

El perfil de la delincuencia ha cambiado mucho en el territorio español y puede agruparse por especialidades y nacionalidades, por efecto de la acción del crimen organizado. La Guardia Civil ha detectado 176 grupos en 2001, de los cuales se han desarticulado 95. 'Pues bien, 150 de esos grupos responden a un perfil mafioso y 69 de los desarticulados eran altamente violentos', dice el oficial de Estado Mayor. El robo de vehículos de lujo es asunto de búlgaros; la prostitución y la extorsión, de rusos y lituanos; el robo de fábricas, de yugoslavos y albanokosovares; la explotación de inmigrantes y el tráfico de hachís, de magrebíes; la cocaína, de colombianos; los atracos muy especializados, de chilenos y argentinos; el robo en autopistas, de peruanos; la pequeña delincuencia es asunto de rumanos. En ese escenario, buena parte de esos grupos cuentan ya con la colaboración activa de españoles.

Y muchas de estas bandas se ocultan en grandes urbes, pero se mueven también por amplias zonas del territorio, aunque sus objetivos se centren en localidades turísticas y en poblaciones residenciales. 'Se mueven hacia donde hay riqueza y también donde es fácil camuflarse. Todo esto formaba parte de un fenómeno que se apreciaba en Europa, pero que a nosotros nos ha venido de golpe, enmascarado en un flujo migratorio muy alto en poco tiempo. Aquí vinieron a refugiarse en un principio, pero ya se han asentado. La eliminación de fronteras, el flujo de inmigración y que somos un país turístico, donde nos visitan 50 millones de turistas, les ha permitido entrar con mayor facilidad'.

Algunas carencias del sistema legal permiten estadísticas escalofriantes: la Guardia Civil tiene detectadas 4.400 personas que han cometido más de cinco delitos conocidos en los últimos dos años.

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La llegada de extranjeros ha trasladado a España una cultura de la violencia de la que no había costumbre. Se advierte una subida de hasta un 20% en el empleo de armas cortas, un 22% en el uso de armas blancas y hasta un 200% en sucesos de violencia física, muchas veces relacionados con ajustes de cuentas y reyertas entre extranjeros, según datos de la Guardia Civil. Esa presencia extranjera se hace palpable en el arco mediterráneo: en esa zona, cada año se detiene a 14.000 españoles y la cifra permanece estable desde 1999. Lo que ha subido es el número de detenciones de extranjeros, que han pasado de ser 3.000 detenidos en 1999 a 6.500 en 2000 y 8.000 en 2001. 'Todo el pico de incremento son extranjeros', matiza un miembro del Estado Mayor, 'pero no estamos hablando de inmigrantes en sentido puro ni de asuntos relacionados con extranjería'. Un 17% de estos detenidos son nacionales de la Unión Europea, y un 26%, del resto de Europa.

Todo este panorama tiene poco que ver con la tradicional imagen de la España rural. Y, en ese sentido, las estadísticas permiten hacer distinciones: hay una parte del territorio donde el delito sigue estable y la eficacia de la Guardia Civil es alta. No se puede comparar la tasa de delincuencia de Salamanca (4,7 por 1.000 habitantes) con la de Tarragona (49,5), porque en una localidad como Torrevieja se suceden más delitos que en toda Castilla-La Mancha. Tampoco se puede comparar el índice de delitos esclarecidos en Lugo (63%) con la cifra de Castellón (23%).

Algunas cifras requieren una reflexión. 'Por ejemplo, las denuncias de malos tratos, que han aumentado mucho en el entorno rural, porque aquí este fenómeno de denunciar ha llegado más tarde', comenta el coronel Ramos, de la Comandancia de Madrid.

Una racha de robos de estancos en pueblos de, por ejemplo, Segovia crean mucha preocupación entre los vecinos, pero no responden a fenómenos que resulten preocupantes. Ahora bien, hay toda una diversidad de delitos, desde el robo a la falsificación de productos, que se han trasladado del ámbito urbano al rural y que obliga a la Guardia Civil a especializarse y multiplicarse. Sin contar con que le competen un sinfín de misiones, desde el delito medioambiental, el rescate, el tráfico o la vigilancia aduanera.

El esfuerzo de multiplicación puede tener su coste social, porque, con los mismos efectivos, la Guardia Civil se ha propuesto aumentar la investigación y la presencia en las calles, es decir, la prevención. Los 2.100 cuarteles repartidos por la geografía nacional llevan un tiempo sufriendo una constante y silenciosa reorganización, tratando de multiplicar su eficacia con los medios a su disposición.

La pareja de la Guardia Civil ha dejado de ser una sociedad indisoluble en beneficio de la patrulla unipersonal. 'Es cierto que nuestra gente tenía una prevención a patrullar en solitario, que lo consideraban muy arriesgado. Pero, tras experimentarlo en algunos puntos de España, hemos visto que resultaba muy eficaz y no hemos sufrido ningún incidente. De alguna manera, hemos podido doblar nuestra presencia en la calle. Ese agente tiene la misión de preguntar, de interesarse por los vecinos, de obtener información que luego nos puede ser útil, sobre todo ante el pequeño delito', dice el coronel Ramos. 'Los vecinos son nuestros mejores colaboradores en numerosos puntos de España. Cualquier anormalidad que se produce en un pueblo, desde el enriquecimiento rápido de un vecino hasta la llegada de desconocidos, llega. Esa información se procesa. Y eso nos ha hecho siempre muy eficaces. Así que lo que hemos hecho es intensificar esa cercanía'.

Más reformas internas. En Murcia y Alicante, lugares especialmente conflictivos, se ha impuesto la 'unidad de seguridad ciudadana en comandancias'. Se trata de un grupo de unos 30 guardias que patrullan en masa una zona en horas y lugares oportunos 'para crear incertidumbre en el delincuente'.

¿Es razonable pensar que pueda flexibilizarse más la Guardia Civil? Buena parte de estas innovaciones han provocado la queja de su principal sindicato, no reconocido oficialmente, la AUGC (Asociación Unificada de Guardias Civiles), que critica la escasez de medios, las horas de más de trabajo e incluso la falta de combustible para realizar patrullas. 'Somos la cenicienta policial. ¿Quién puede permitirse el lujo de prescindir de una policía sumisa, barata, explotada, mal pagada y que hace lo que se le ordene sin rechistar?', dice un miembro del sindicato.

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