Columna

Zombis

Parecen zombis moviéndose entre la niebla, con los ojos mirando, pero sin ver, con el miedo agarrotando sus cuerpos, sin futuro, sin trabajo, sin esperanza. Son ese medio centenar de marroquíes que llegaron para hacer la fresa y, ahora, por los alrededores de Lepe y Cartaya vagan sin saber a dónde ir, durmiendo en el suelo, cubiertos por plásticos.

¿Qué ha pasado para que estos inmigrantes se queden sin trabajo? ¿Por qué han sido sustituidos por otros trabajadores venidos de los lejanos países del Este, en especial de Polonia? ¿Quién dio la orden para que la Embajada española en Polonia...

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Parecen zombis moviéndose entre la niebla, con los ojos mirando, pero sin ver, con el miedo agarrotando sus cuerpos, sin futuro, sin trabajo, sin esperanza. Son ese medio centenar de marroquíes que llegaron para hacer la fresa y, ahora, por los alrededores de Lepe y Cartaya vagan sin saber a dónde ir, durmiendo en el suelo, cubiertos por plásticos.

¿Qué ha pasado para que estos inmigrantes se queden sin trabajo? ¿Por qué han sido sustituidos por otros trabajadores venidos de los lejanos países del Este, en especial de Polonia? ¿Quién dio la orden para que la Embajada española en Polonia concediera los permisos de trabajo, mientras que en Rabat no ha sido posible o no han querido? ¿Qué culpa tienen algunos de los empresarios de Huelva en todo este desgraciado asunto?

Hay respuestas para todos los gustos. Nadie quiere hablar de racismo. Pero los empresarios andaluces han encontrado un chollo en los trabajadores del Este: no protestan, exigen menos, se les paga menos, no tienen capacidad de organizarse y, además, en algunos casos, cubren unas necesidades que no figuran en contrato.

Estamos a un paso de un nuevo estallido social si no hay soluciones inmediatas. Los alcaldes de la zona y algunos empresarios con sentido social han dado la voz de alarma. Bastaría el más leve incidente para que surja un nuevo El Ejido.

Hay a quien se le está olvidando que la inmigración natural, la que llega para las faenas del campo, es la proveniente del Sur, a no mucha distancia y no precisamente la que está a miles de kilómetros. De siempre ha sido así y aún reconociendo a los trabajadores polacos y lituanos los mismos derechos que los marroquíes o subsaharianos a trabajar en estas tierras, lo cierto es que el mercado de la contratación, posiblemente favorecido por acuerdos que desconocemos, cambia de forma muy notoria.

La patata caliente de estos trabajadores marroquíes padeciendo situaciones infrahumanas le puede estallar al Gobierno andaluz, o sea a Manuel Chaves, en cualquier momento. A lo mejor hay quien entiende que las transferencias de las políticas de empleo pasan por abrir una oficina de colocación en Polonia.

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