Una cadena de motines en Brasil deja 15 muertos y decenas de heridos

Al año exacto de la mayor revuelta penitenciaria en la historia de Brasil, el fantasmagórico Primer Comando de la Capital (PCC), una organización criminal que controla las cárceles de Brasil, sembró de nuevo el lunes el terror en São Paulo, con tumultos en siete presidios y dos atentados con bomba en el edificio de la Administración Penitenciaria, con un resultado de 15 presos asesinados y 50 heridos graves.

Cuando se pensaba que había sido controlado, el PCC ha demostrado que sigue vivo y coleando. Y eso a pesar de que la policía consiguió desmantelar 40 centrales telefónicas clandest...

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Al año exacto de la mayor revuelta penitenciaria en la historia de Brasil, el fantasmagórico Primer Comando de la Capital (PCC), una organización criminal que controla las cárceles de Brasil, sembró de nuevo el lunes el terror en São Paulo, con tumultos en siete presidios y dos atentados con bomba en el edificio de la Administración Penitenciaria, con un resultado de 15 presos asesinados y 50 heridos graves.

Cuando se pensaba que había sido controlado, el PCC ha demostrado que sigue vivo y coleando. Y eso a pesar de que la policía consiguió desmantelar 40 centrales telefónicas clandestinas utilizadas por sus militantes para comunicarse entre los diferentes penales. El PCC no tiene una ideología definida, pero son los dueños soberanos en las prisiones. Organizan fugas, rescates de presos famosos hasta con helicópteros, deciden quiénes deben morir en la cárcel y están involucrados en el tráfico de drogas y armas. La policía tiene aún pocas informaciones sobre la forma mafiosa con la que actúan dentro y fuera de las cárceles.

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El secretario de Seguridad del Estado de São Paulo, Nagashi Furukawa, a quien se acusa de no controlar la violencia en los penales, se permitió ayer ironizar sobre los incidentes del lunes, diciendo, que con 69.000 presos en 104 unidades penitenciarias en la zona, él no puede garantizar 'que no se peleen y se maten entre ellos'.

Agentes de la policía antidisturbios vigilan a un grupo de presos en la cárcel de Belém, en São Paulo.REUTERS
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