Columna

Un misterio espiritual

Hay procesos terrenales cuya solución sin embargo sólo está en manos del Espíritu Santo, de existir el Espíritu Santo, naturalmente, pues de otro modo serían irresolubles incluso por intercesión divina. Muchas de estas querellas, vaya a saber usted por qué, si por una excesiva tendencia a la reflexión enrevesada o por un solapado ánimo de intrigar, surgen en Granada, ciudad de congresos pero también, y mucho antes, de concilios.

El último de estos graves problemas lo ha planteado la orden de San Juan de Dios y tiene ramificaciones espirituales, arquitectónicas, patológicas y artísticas....

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Hay procesos terrenales cuya solución sin embargo sólo está en manos del Espíritu Santo, de existir el Espíritu Santo, naturalmente, pues de otro modo serían irresolubles incluso por intercesión divina. Muchas de estas querellas, vaya a saber usted por qué, si por una excesiva tendencia a la reflexión enrevesada o por un solapado ánimo de intrigar, surgen en Granada, ciudad de congresos pero también, y mucho antes, de concilios.

El último de estos graves problemas lo ha planteado la orden de San Juan de Dios y tiene ramificaciones espirituales, arquitectónicas, patológicas y artísticas. Sólo una mente renacentista podría afrontar el dilema sino fuera porque carece de solución. Resulta que la Diputación de Granada y la Caja General de Ahorros, junto con otras Administraciones, han firmado un acuerdo urbanístico para que el hospital de San Juan de Dios, construido a comienzos del siglo XVII y donde, rozando el anacronismo, aún los médicos pasan consulta, sea remozado y convertido en un centro cultural.

El hospital pasó a manos de la Administración en el siglo XIX, como otros tantos edificios religiosos, merced a la Desamortización de Mendizábal. El centenario hospital ha mantenido no obstante su uso médico más como dispensario de pobres que como policlínico público (unos parientes míos fallecieron allí hace años y realmente nos pareció que habían muerto en el siglo XVII y que podían trepanarle el cerebro en cualquier momento).

Pues bien, la orden de San Juan de Dios ahora se opone a que el hospital se transforme en centro cultural bajo el argumento de que iría contra el 'espíritu' del fundador que lo quiso hospital y sólo hospital.

Los hermanos alegan además un indeterminado 'derecho espiritual' (otra vez la substancia) para oponerse al convenio suscrito entre las Administraciones públicas incluida la Diputación, propietaria legítima del monumento.

Lo curioso es que lejos de hacer oído sordo a tan peregrina vindicación, un nutrido grupos de especialistas en asuntos retorcidos (desde el futuro de la antigua sala de fiestas Rey Chico a los Juegos de 2010), los políticos competentes y hasta el arzobispo se han aprontado a discutir sobre el particular, esto es, sobre la prevalencia de los derechos espirituales sobre los terrenales. Dado que en Granada hasta la vida civil está decorada con roquetes, todos los participantes en la disputa parecen doctores de un concilio enfrascados en asuntos teológicos.

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Y es en este punto cuando debiera aparecer el Espíritu Santo y decidir si el acuerdo suscrito entre el presidente de la Diputación, José Rodríguez Tabasco, y el de La General, Antonio Claret García, cumple los requisitos del derecho celeste o lo infringe, cualquiera que sea su naturaleza. En caso contrario, como temo que va a ocurrir, el intríngulis pasara a la lista de intríngulis irresueltos de tan extensa memoria en la ciudad.

Claro que también cabe preguntar a algún heredero de Mendizábal o a un biógrafo del santo, aunque el asunto seguiría enredado y seguramente inextricable.

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