CARTAS AL DIRECTOR

Gracias, Julio Fuentes

Julio Fuentes sabía del peligro que corría, al igual que tantos otros que nos han informado todos los días de las noticias de guerra. Noticias que hemos recibido sentados en el sofá de nuestra casa, con el cuerpo cómodo aunque hayamos tenido el alma mal sentada. Acabamos de enterarnos de que este corresponsal del periódico El Mundo ha sido salvajemente ametrallado, junto a sus compañeros periodistas, por un grupo de resistencia talibán.

No sólo es el amor a una profesión, también es la voluntad, verdaderamente heroica, de comunicar a una parte del mundo lo que está sucediendo en ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Julio Fuentes sabía del peligro que corría, al igual que tantos otros que nos han informado todos los días de las noticias de guerra. Noticias que hemos recibido sentados en el sofá de nuestra casa, con el cuerpo cómodo aunque hayamos tenido el alma mal sentada. Acabamos de enterarnos de que este corresponsal del periódico El Mundo ha sido salvajemente ametrallado, junto a sus compañeros periodistas, por un grupo de resistencia talibán.

No sólo es el amor a una profesión, también es la voluntad, verdaderamente heroica, de comunicar a una parte del mundo lo que está sucediendo en el resto. Ellos ven toda clase de atrocidades, y es doble el valor. Valor por arriesgar su vida y valor porque es necesario poseer una fortaleza especial para observar en vivo escenas que seguramente no las tendremos ni en la más horrible de nuestras pesadillas. Pero existen en la realidad, y ellos no ocultan la cabeza bajo el ala, aunque en las sociedades actuales son muchos los que lo hacen y no quieren siquiera ver estas imágenes que enturbian el yogur que están comiendo de postre. No se trata de que un telediario se recree en la noticia, algo que en mi opinión es del todo deleznable. Pero también lo es el negarse, desde nuestra vida cómoda, a visionar, con una clara conciencia, todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Esos algunos, y algunos otros, me dicen a veces que prefieren vivir la alegría y no quieren manchar el traje que viste su corazón con el color negro de las tristezas. Entonces no escuchan las noticias, no leen el periódico -salvo la sección de deportes- y prefieren no enterarse de esas tragedias que continuamente bailan al son del dolor -qué le vamos a hacer, la vida es así, nos dicen-.

Nunca podré entender esta insolidaridad. Nuestra capacidad de sentir, que es la misma que la de vivir, puede atrofiarse de tal manera que hasta la transparencia de nuestra mirada puede volverse opaca. Gracias, Julio Fuentes, a ti y a todos los que como tú nos habéis informado de esas otras vidas, de esas otras gentes, de esas otras desgracias siempre tan inconcebibles y difíciles de digerir, pero que, a nuestro pesar, ocurren. Son sufrimientos que no hemos de ver lejanos, porque suceden bajo el mismo cielo, el mismo sol de la ciudad en la que tan cómodamente estamos instalados.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En