Editorial:

La OMC se salva

Después del fracaso de Seattle no han resultado fallidas las esperanzas puestas en la Conferencia de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Qatar. El acuerdo final ha sido prudente y la reunión ha cumplido los objetivos de lanzar una nueva ronda de liberalizaciones en el mercado mundial, imprescindible para ahuyentar los riesgos de proteccionismo y reforzar las expectativas de recuperación económica. China se ha incorporado finalmente a la organización y la sensación general es que la OMC se ha salvado.

La apertura de una nueva ronda de liberalización comercial constituye un acto ...

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Después del fracaso de Seattle no han resultado fallidas las esperanzas puestas en la Conferencia de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Qatar. El acuerdo final ha sido prudente y la reunión ha cumplido los objetivos de lanzar una nueva ronda de liberalizaciones en el mercado mundial, imprescindible para ahuyentar los riesgos de proteccionismo y reforzar las expectativas de recuperación económica. China se ha incorporado finalmente a la organización y la sensación general es que la OMC se ha salvado.

La apertura de una nueva ronda de liberalización comercial constituye un acto de confianza en circunstancias complicadas, con una intensa desaceleración económica mundial. La estimación del crecimiento del comercio en 2001 no superará el 2% (la tasa más baja desde principios de los años ochenta) frente al 12% del 2000. Los países más ricos van a reducir su proteccionismo, bajar las tarifas que imponen en algunos productos y revisar algunas de las medidas antidumping en vigor, cuyo objetivo más que evidente es disuadir las importaciones.

Entre los éxitos hay que citar la liberación del uso de los fármacos para los menos desarrollados. EE UU ha transigido en que los países pobres, particularmente en África, puedan comprar medicinas genéricas para combatir el sida, la tuberculosis o la malaria. Su flexibilidad para aceptar las negociaciones de liberalización contrasta con la intransigencia mostrada en asuntos como el calentamiento global. Parece que los acontecimientos del 11 de septiembre han suavizado las posiciones económicas de Estados Unidos y hecho a sus dirigentes más conscientes de sus obligaciones hacia los demás.

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La incorporación de China es el logro más espectacular. Su entrada, que lleva aparejada la de Taiwan, implica añadir 1.300 millones de consumidores al flujo del comercio mundial y obligará a Pekín a relajar el férreo control político sobre la economía y a asumir la eliminación de los privilegios de algunos burócratas.

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