OPINIÓN DEL LECTOR

Dormir en Motril

Estimado Señor Alcalde :

Le invito a dormir en mi casa. No, no piense mal. Sé que es usted un señor casado y aunque bien saleroso que aparece a todas horas en los informativos de Telemotril, no es mi tipo. Me gustan los hombres de vestir más informal y usted abusa de las chaquetas cruzadas.

Le invito a dormir en mi piso una noche para que compruebe lo difícil que es conciliar el sueño escuchando la música-máquina que sale a toda pastilla de algunos de los coches aparcados con las puertas abiertas justo debajo de la ventana de mi dormitorio. He pensado cambiar la cama al cuarto de...

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Estimado Señor Alcalde :

Le invito a dormir en mi casa. No, no piense mal. Sé que es usted un señor casado y aunque bien saleroso que aparece a todas horas en los informativos de Telemotril, no es mi tipo. Me gustan los hombres de vestir más informal y usted abusa de las chaquetas cruzadas.

Le invito a dormir en mi piso una noche para que compruebe lo difícil que es conciliar el sueño escuchando la música-máquina que sale a toda pastilla de algunos de los coches aparcados con las puertas abiertas justo debajo de la ventana de mi dormitorio. He pensado cambiar la cama al cuarto de baño, pero no me cabe. También mis vecinos amenizan los días y las noches con gritos, peleas, arranques de motos y los ladridos de sus perros de presa ¿No hay una ordenanza municipal que obligue a los dueños de los perros a ponerles bozal y correa? Si no la hay debería haberla y que el Ayuntamiento tuviera un servicio de grúa para perros sin bozal, la recaudación sería importante.

Ya puestos, en vez de una noche lo invitaría a pasar un día entero conmigo, vivo en un primer piso del barrio de la Huerta de San Francisco; se empezó a construir este barrio a mitad de los noventa, creo que los promotores plantearon al Ayuntamiento una urbanización cerrada, pero al equipo de Urbanismo no le pareció democrático que se creara un espacio privado en medio de la ciudad. Usted es un alcalde democrático que vive, desde hace poco, en una urbanización cerrada (a pocos minutos de mi casa), bien es cierto que construida en el tiempo de la dictadura y que espero tendrán a bien abrir la verja del recinto para que todo el mundo (los aficionados a la música-máquina incluidos) puedan disfrutar íntegramente de la ciudad y así dar ejemplo. Quizás entre sus vecinos más próximos pierda votos, incluso amistades, pero ya sabe, la política es así.

Pero sigamos con la invitación, le acompañaré gustosa a recorrer la ciudad, para ello le prestaré una de mis sillas de ruedas. Podemos, si no nos atacan antes los perros de presa de mis vecinos, ir a la biblioteca municipal que está a escasos 100 metros. ¿Podemos? Sólo un paraolímpico podría superar la rotonda, eso sí ,a riesgo de su vida. Bueno, dejemos la lectura y vayamos al cine. Está a 50 metros. ¿Cruzamos? No hay semáforo, ni paso de cebra para cruzar la Avenida de Salobreña y sí una curva que impide la visibilidad. No hay que desanimarse, siempre puede haber algún amable gorrilla que por un módico precio nos cruce la calle y nos suba la rampa-trampa de la acera de los multicines. Mejor ir en coche y así vera lo buena conductora que soy por el centro de la ciudad sorteando tanto mobiliario urbano como han puesto y lo bien ducha que estoy dando 20 metros marcha atrás en esas calles de dos sentidos donde sólo cabe un coche. Lo puedo llevar a la Plaza de España y aunque está terminantemente prohibido que ningún coche aparque en ella por aquello de la estética, pondré mi utilitario enfrente de la puerta del Ayuntamiento como suelen hacer los concejales los días de pleno. Al fin y al cabo tendré el honor de hacer de chófer para el alcalde mi ciudad.

Sin nada más que decirle y esperando que usted acepte mi invitación, se despide atentamente.-

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